Columnistas-AlbertoHidalgoMontes

Hace unos días, el secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos, declaró que él es el primero en levantar “las dos manos” para que las Fuerzas Armadas mexicanas regresen a sus cuarteles, pues la inseguridad “no se resuelve a balazos (…) Quieren que estemos en los cuarteles, adelante. Yo sería el primero en levantar no una, (sino) las dos manos para que nos vayamos a hacer nuestras tareas constitucionales. Nosotros no pedimos estar ahí, no nos sentimos a gusto, ninguno de los que estamos con ustedes aquí estudiamos para perseguir delincuentes. Nuestra idea, nuestra función es otra y se está desnaturalizando, estamos haciendo tareas que no nos corresponden porque no hay quién las pueda hacer”.

A una década de que esta controvertida medida haya sido comenzada, ha dejado como resultado 237 miembros de las fuerzas armadas muertos y  mil 362 heridos (Según cifras de la propia dependencia).

Parece que fue ayer cuando la administración federal, que en ese entonces se encontraba encabezada por Felipe Calderón Hinojosa declarara la mal llamada “guerra contra el crimen”, sin embargo los resultados se encuentran muy lejos de ser los deseados, es por eso que el secretario de la Defensa asegura que la labor de militares no es perseguir delincuentes y tiene razón.

sin embargo recordemos que en aquellos tiempos se tomó esa decisión porque las policías estaban más que permeadas por la delincuencia organizada y, el entonces comandante supremos de las fuerzas armadas, hizo valer lo que el artículo segundo de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos vigente donde se le:

“Las misiones enunciadas, podrán realizarlas el Ejército y la Fuerza Aérea, por si o en forma conjunta con la Armada o con otras Dependencias de los Gobiernos Federal, Estatales o Municipales, todo, conforme lo ordene o lo apruebe el Presidente de la República, en ejercicio de sus facultades constitucionales”.

Sin embargo, como ya se expuso anteriormente, esta medida no resultó exactamente como se esperaba, lo anterior no por falta de ganas del personal militar desplegado para combatir la caótica situación que en ese momento se vivía, si no por falta de capacitación en su nueva encomienda, debido a que no es lo mismo un militar que un policía, mientras la primordial tarea del primero es defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación (Seguridad Exterior) , la del segundo es la de mantener un estado de equilibrio social a través del respeto de las leyes establecidas (Seguridad Interior); el resultado fueron faltas sistemáticas a los derechos humanos debido a que primero les dieron el garrote y luego les explicaron cómo usarlo.

La necesidad de dicha medida fue crucial pero fallida. Otros aseguran que la ofensiva que el gobierno mexicano emprendió desde el 11 de diciembre de 2006 desató una tragedia innecesaria que ha dejado más de 100 mil muertos y unos 30 mil desaparecidos, un saldo comparable al de los conflictos armados internos de la década de 1980 en América Central.

Además, que se detuvo a cientos de miles de personas, pero por violaciones sistemáticas a los derechos humanos así como al debido proceso, muy pocas fueron procesadas y menos aún sentenciadas (Motivo por el cual el plan nacional de seguridad pública privilegia el uso de la inteligencia policial antes que el de la fuerza).

En algunos lugares, las tasas de homicidios han disminuido, mientras que en otros continúan sin control. Este conflicto interminable también ha tenido profundas secuelas en aquellos cercanos a los focos de sufrimiento: jóvenes habituados a la violencia extrema (como en Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa); adultos que hartos de una autoridad deficiente y corrupta tomaron las armas y crearon autodefensas; y familias que actúan juntas ante la incapacidad de las autoridades para encontrar a sus parientes desaparecidos.

No cabe duda que las declaraciones del Señor Secretario Cienfuegos marcan una situación de todo cierta, desgraciadamente el Estado mexicano no puso una fecha límite para el retorno de los uniformados y creó una zona de confort donde gobernantes de los tres niveles de gobierno.

Al no poder enfrentar de forma concreta a la delincuencia (o al no querer hacerlo) aún avientan la pelota a las fuerzas armadas, como acaba de ocurrir este 11 de diciembre donde el Gobernador entrante de Veracruz, Miguel Ángel Yunes arranca un operativo para disminuir la delincuencia con el ejército.

Esto deja de patente que, las autoridades estatales y municipales no han cumplido con su labor de proteger al ciudadano de los delitos que más le preocupan y que les corresponde perseguir, como el robo, la extorsión y el homicidio, entre otros.

Aunque también es innegable que ha existido un cambio significativo en la depuración y profesionalización de las policías, esto aún no ha sido suficiente aunado a que los legisladores y otros sectores gubernamentales, no están haciendo su tarea en el combate a los factores que generan violencia y delincuencia a través de políticas públicas eficientes que vean por la ciudadanía y no por intereses particulares o partidarios.

Es importante que las autoridades civiles entiendan su papel en la gobernanza, que la sociedad civil entienda que la cultura de la legalidad es básica para la convivencia armónica y entre todos los actores sociales entendamos que hay que dejarnos de corrupción, tranzas e impunidad…es cómico ver como hay ciudadanos que culpan a un “gobierno corrupto” cuando no pagan impuestos o tratan de ofrecer dinero a un policía para que no aplique una infracción vial.

Los invito a que lean bien las palabras del General Cienfuegos, estamos cansando a las fuerzas armadas y su discurso es la perfecta justificación para un golpe de estado. No se espante no estoy diciendo que vaya a pasar pero, es importante ver más allá de nuestra nariz y verlo como una oportunidad latente…muy latente porque va tanto el cántaro al agua hasta que se rompe.

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Experto en el tema de seguridad y pandillas.