Si el mismo empeño y dedicación puestos en estimular el control del partido Acción Nacional (PAN) y en lograr la candidatura a la presidencia, los hubieran puesto en gobernar priorizando a la gente, en salvar vidas y dar felicidad, en prevenir los daños de los desastres naturales, entonces Puebla habría sido un estado transformado con acciones coherentes.

Los expertos estiman que los daños dejados por el huracán Earl en Puebla y otros Estados de la República, pudieron disminuirse si se hubieran tomado las medidas correctas para desalojar gente de viviendas en riesgo, o simplemente para no dejarlas asentar donde los riesgos eran mayores.

Los servicios de pronósticos de lluvias y el llamado “estado del tiempo” revelaron con antelación los porcentajes de lluvia que se previeron en las zonas afectadas.

El tamaño de la tragedia es del tamaño de la falta de interés por gobernar a favor de los más desprotegidos, de los pobres.

Este gobierno basó su éxito en las obras que pudieran acomodarse al lema del sexenio “Acciones que transforman”. Puentes vehiculares donde no hacían falta, obras de ornato para levantar la imagen personal, inversiones multimillonarias en boato y propaganda. Mucho dinero en ciclovías, poco, o casi nada para prevenir desastres que cuestan vidas.

Y ahora la realidad. Un escenario de desastre donde el gobernante aprovecha hasta el último gramo de lodo para aparecer en la foto.

Un escenario donde la desgracia de la muerte sobre la vida de los poblanos se aprovecha para el lucimiento, para la proyección con miras al 2018. ¿Es eso gobernar con apego al bien común, es acaso este un gesto de un gobierno humanista?

A mí no me lo parece.

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