Por Marco Antonio Rovira

Entre 1993 y 1999, Puebla fue gobernada por Manuel Bartlett Díaz, en aquel entonces un miembro cercano al grupo de tecnócratas que dominaban el país, a la cabeza del cual estaba el expresidente Carlos Salinas de Gortari.

La designación de la gubernatura de Bartlett Díaz fue una muestra de que los actores políticos de la entidad tenían cada vez menos peso en la decisión de quiénes serían sus autoridades, mientras que el poder federal del PRI imponía a su gente cercana.

Bartlett Díaz nació en la ciudad de Puebla en 1936, hijo de Manuel Bartlett Bautista, quien fue gobernador de Tabasco entre 1953 y 1955. Cursó estudios de Derecho en la UNAM, y posteriormente realizó numerosos estudios de posgrado en diversas instituciones, como la Universidad Victoria de Manchester, Inglaterra, la Universidad de París, Francia, y la propia UNAM. Entre sus numerosos cargos destaca que fue coordinador de la campaña presidencial de Miguel de la Madrid en 1981; secretario de Gobernación entre 1982 y 1988, –cargo donde se inmortalizó al final del sexenio al ser quien declarara la “caída del sistema”, frase que resumió el señalado fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y la crisis de legitimidad del sistema político–; secretario de Educación Pública entre 1988 y 1992; gobernador de Puebla entre 1993 y 1999; precandidato a la presidencia por el PRI en 1999; senador por Puebla entre el 2000 y el 2006, y nuevamente para el periodo 2012-2018, fungiendo actualmente como el coordinador de la bancada del PT en el Senado de la República.

Políticamente, su gobierno mantuvo una postura más relajada que la de su antecesor, Mariano Piña Olaya, respecto a las movilizaciones sociales, la cual no estuvo exenta de algunas contenciones policiacas. Esta postura conciliadora recibió el nombre de “estrategia de diálogo con la sociedad”, de acuerdo a su página oficial. 

Lidió con el crecimiento del PAN

Asimismo, la administración de Bartlett Díaz tuvo que lidiar con un creciente poder del Partido Acción Nacional (PAN), principalmente en la capital del estado, donde este logró incluso hacerse de la alcaldía de la ciudad por primera vez, con el triunfo del candidato, Gabriel Hinojosa Rivero.

Por otro lado, como han referido los académicos Will Pansterns y Alan Knight, desde finales de los ochenta, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) vivió una crisis interna debido a la falta de recursos, la división de los grupos políticos, así como el crecimiento de la matrícula y el personal, por lo que el gobierno de Bartlett Díaz mantuvo una aparente distancia con el proceso, aunque apoyó veladamente la administración de José Doger Corte al frente de la máxima casa de estudios.

En el plano económico, la administración de Bartlett reconoció el estancamiento de la entidad y trató de combatirlo con una política que combinara inversión en infraestructura, programas de desarrollo social, y un clima político de supuesto apego a la legalidad, dando cierta prioridad a algunas regiones como la Mixteca, la Sierra Negra, o la Sierra Norte. 

Su administración fue testigo de la continuación del boom especulativo en el ramo inmobiliario, que comenzó durante el gobierno anterior de Mariano Piña Olaya. Por ejemplo, dio inicio formal al proyecto del rescate de Paseo de San Francisco, en el centro de Puebla, el cual se financió con recursos públicos y privados. 

Como resultado de todo lo anterior, de acuerdo a datos de la SHCP, la deuda pública del estado durante su gobierno aumentó de 146 millones de pesos a 892 millones.

Buscaba la presidencia de la República

En materia social, su gobierno se abocó a la construcción de numerosas obras educativas en el estado, especialmente de bachilleratos, así como a implementar campañas contra el analfabetismo, y darle cierto realce a la figura de la mujer en su participación en proyectos sociales. 

Además, la administración de Bartlett Díaz promulgó una Ley de Fomento a la Cultura y comenzó con el “Magno Festival Palafoxiano” en 1993, el cual buscaba realzar el nacionalismo cultural, especialmente desde las aportaciones poblanas en dicha materia.

Para nadie era un secreto que Bartlett Díaz albergaba ambiciones presidenciales, por lo que, en buena medida, su administración al frente del estado estuvo siempre orientada a su proyección ulterior como posible candidato, la cual se vio frustrada en 1999. A partir de entonces el exgobernador poblano emprendería un camino que lo distanciaría cada vez más de sus nexos con el ala tecnocrática del PRI, y lo volcaría hacia las causas del viejo nacionalismo revolucionario.

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Foto: EsImagen

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