Rodolfo Ruiz/La Crte de los Milagros/e-consulta
El parto de la alianza PAN-PRD para la minigubernatura de Puebla está resultando más complicado de lo que se esperaba. Tan difícil que el nuevo dirigente nacional perredista, Agustín Basave Benítez, ha puesto en la mesa su renuncia si la mayoría de las corrientes del sol azteca sigue oponiéndose a un acuerdo con el PAN en varios estados del país, entre ellos Puebla y Veracruz en las personas de José Antonio Gali Fayad y Miguel Ángel Yunes Linares, respectivamente.
Como ya lo escribí hace unos días, creo que al final las dirigencias nacionales del PAN y el PRD terminarán firmando el convenio de coalición en Puebla, pero que tal acuerdo no detonará de manera exponencial las expectativas de triunfo del hoy alcalde capitalino, José Antonio Gali, de cara a los comicios del primer domingo de junio.
Y la razón estriba en que se tratará de un convenio cupular, de un acuerdo político de coyuntura, pero carente del respaldo de las bases y mandos medios de ambos partidos.
En el bando del partido tricolor la indefinición sobre quién será el candidato o candidata a la gubernatura ha comenzado a dividir a los priístas poblanos más de lo que de por sí están.
Aunque la presidenta del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI, Ana Isabel Allende Cano, ha tratado de mantener una actitud imparcial hacia los aspirantes a la gubernatura, en su fuero interior no puede ocultar que su favorito es el ex rector de la BUAP y ex presidente municipal de Puebla, Enrique Doger.
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