Por Verónica Mastretta

Francisco de Roma presentó hace unas semanas de manera inesperada la Encíclica Laudato si, “Alabado Seas”. Admito que la palabra encíclica me sonó, por muchos años, a algo rancio, aburrido, de lenguaje rebuscado y nada atrayente.

Si somos francos, creo que pocos han leído una encíclica completa. Es de humildes cambiar de opinión, así que me interesé en Laudato si al saber que trataba del cuidado de la casa de todos, la Tierra, centro de este particular y conmovedor documento.  En ella, aborda de una manera sofisticadamente sencilla los problemas ecológicos que la mano humana y el capitalismo salvaje han desatado sobre el planeta. Francisco dirigió su encíclica a todas las personas del mundo, sin importar cuales sean sus creencias religiosas o si son agnósticas, como yo.

La encíclica es un discurso enfocado a repensar  las conductas y hábitos de consumo que el sistema económico mundial nos ha ido imponiendo, y que se sustentan en un abuso enorme de los recursos naturales, hasta lograr que el clima del mundo se vea modificado. Lentamente estamos construyendo más poder destructivo que el asteroide que cayó hace 70 millones de años sobre la tierra y que extinguió para siempre a los dinosaurios.

No solo estamos provocando que la temperatura del planeta aumente los dos fatídicos grados promedio que pronosticaban los científicos, sino que la tendencia sostenida actual apunta a alcanzar en 2050 los 4 grados que modificarían totalmente el clima y que pondrían en jaque la vida en la tierra tal como la conocemos ahora. En ese jaque estamos incluidos los humanos.
 
La encíclica concibe a la naturaleza como la pensó Francisco de Asís y está  inspirada en su Cántico a las Criaturas, escrito en el siglo XIII, identificando a la madre tierra  y a los animales y plantas que en ella habitan, incluido el ser humano, como una extensión de la deidad, como lo son también el universo y sus estrellas.  

Pero no pensemos que por eso la encíclica es romántica o inocentona. Nada de eso. Es un planteamiento novedoso viniendo del más alto jerarca de una iglesia que no se ha caracterizado en siglos por ser particularmente innovadora e incluyente. El papa Francisco señala en la encíclica que el problema ecológico no es solo un problema tecnológico, sino espiritual y ético.

La forma de vivir de una parte minoritaria de la humanidad, excesivamente consumista y banal, está chupando los recursos del planeta de manera inequitativa e irresponsable. Solo con la comida que se desperdicia en los Estados Unidos podrían resolverse una enorme parte de las hambrunas de otros países, o con lo que se gasta y produce en armamentos, atender la salud de los habitantes del planeta.

Francisco, ya lo decía antes, es todo, menos ingenuo o simplista. Su formación es jesuita y los jesuitas suelen generar muy buenos estrategas, porque saben buscar aliados indispensables. El Papa encontró muchos para la construcción de su encíclica: el pensamiento atesorado en más de 200 ensayos y libros de científicos, pensadores, filósofos, economistas y poetas, además del apoyo de la ONU.

 

Naomi Klein, una estratega poderosa 

De entre todos, Francisco ha dado un trato especial a Naomi Klein, una estratega poderosa y clave, autora de un libro fundamental titulado “Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima y la nueva tiranía del capitalismo”. Klein es canadiense y su creencia religiosa es el judaísmo. Es una escritora, periodista, investigadora brillante y una crítica feroz de la economía del consumismo salvaje.

En este particular libro expone una investigación sobre el  calentamiento global y denuncia al sistema económico mundial que está envenenando la tierra, los mares y ríos, devastando los ecosistemas a una velocidad inimaginable. Como ejemplo local les menciono  los duros indicadores oficiales ya documentados, que señalan que la cuenca del  alto  Atoyac que abarca Puebla y Tlaxcala, no solo está devastada, sino que sus ríos y afluentes centrales están muertos, no solo porque así lo indican los bajos niveles de oxígeno disuelto en el agua debido a las irresponsables descargas orgánicas sin tratamiento adecuado de  más de 50 municipios, entre ellos el de Puebla capital, sino porque el agua está envenenada  por los altos contenidos de residuos tóxicos que una mayoría de industrias altamente prestigiadas, medianas o pequeñas, vierten en los ríos  de la manera más impune que imaginarse pueda .

Regreso a la alianza estratégica que Francisco de Roma ha hecho con esta inteligentísima mujer que es Naomi Klein. La invitó al Vaticano para presentar  Laudato si. La primera sorprendida fue Naomi, quien dice que el hecho de que la hayan invitado significa que Francisco no está retrocediendo en esta pelea, sino aportando toda su inteligencia y su prestigio en ella. Ambos saben y han comprendido la importancia de esta lucha. 

El cambio climático es algo gradual e imperceptible, aun cuando  los datos que nos den de él sean  altamente perturbadores. La mente nos juega la trampa de una especie de negación del problema porque lo vemos muy lejos, aunque huracanes cada vez más peligrosos nos acechen y el agua corra negra y envenenada en nuestras narices.

Nos fijamos por un instante y luego vemos para otro lado, dice Naomi. O miramos y nos reconfortamos pensando en lo muy inteligentes que son algunos científicos que deambulan por ahí y que seguramente descubrirán algo que nos resuelva el problema, con el pensamiento mágico de un obeso que imagina que llegará una medicina para la diabetes mientras se toma una Coca Cola familiar acompañada de una dona Bimbo.

El cambio climático es así: es difícil pensar en él por mucho tiempo. Practicamos una especie de amnesia ecológica por motivos perfectamente racionales y egoístas. Para recordarnos que el problema existe y que nos involucra a todos, Francisco escribió y presentó  Laudato si en la ONU. También  ha buscado y dado su lugar a una mujer como Naomi, con la intención de reforzar la necesidad de que todos actuemos ahí en donde podemos influir, en grande o en corto.

 

Conferencia de Cambio Climático XXI

La Conferencia de Cambio Climático XXI se celebrará en París este Diciembre. Será un desesperado intento para disminuir más pronto el consumo de combustibles fósiles y detener el calentamiento global. Si los ánimos llegan más a favor de hacer sacrificios de parte de los países que más combustibles fósiles consumen, como  Estados Unidos, que consume  22 millones de barriles diarios, la mitad de lo que consumen juntas el resto de potencias como Rusia, Japón, China e India, quizá en parte se deba a los esfuerzos conjuntos de muchos hombres y mujeres que Francisco ha logrado representar con sencillez y sabiduría en Laudato si. 

Aprendí en el colegio que las potencias del alma o del espíritu son la memoria, el entendimiento y la voluntad. Si el problema es básicamente espiritual y ético, necesitaremos de las tres potencias para revertir  la crisis del clima y aprovecharla para una transformación económica y política que lleve a los seres humanos por mejores y más inteligentes rumbos, en particular el que corrija la desenfrenada y destructora avaricia corporativa, concentradora de la riqueza en manos de muy pocos. De momento, no hay otro planeta al que ir, y aunque seas multimillonario, habitas en la casa común llamada Tierra. 

 

NOTA: La Ley para la Transición Energética aprobada en la Cámara de Diputados en la anterior legislatura, aún duerme el sueño de los justos en la Cámara de Senadores, muchos de los cuales se niegan a aprobarla por estúpidas razones ideológicas y partidistas, aún cuando nos pondría en el camino correcto para disminuir el consumo y dependencia de combustibles fósiles. Dicha ley fomenta y reglamenta el uso de tecnologías limpias y sostenibles que abundan en México, como la eólica, la solar y la de las mareas.  

 

 

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Fundadora y directora editorial del portal de noticias Ángulo 7. A los 14 años decidió que quería dedicarse al periodismo. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla. Fue becada...