Por Redacción

El científico Ismael Mariño Tapio, aplica modelos numéricos a fin de analizar patrones de circulación de las corrientes marinas y el oleaje, para evaluar las secuelas del huracán Wilma, considerado el más intenso en el Atlántico.

Mariño Tapio, del departamento de Recursos del Mar del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) valoró que en dicho fenómeno había dos tipos de olas; unas largas que venían de lejos desde el Caribe y otras cortas con distinta dirección, la cual provocó una erosión costera.

Mencionó que la forma de investigación es por modelos numéricos con mediciones de campo, como las boyas, que sirven como perfiladores acústicos Doopler que registran el movimiento de aguas y mareas, además de equipos topográficos, batimétricos que exploran la configuración del fondo marino.

La zona de estudio en cuadrículas dentro de un plano en dos dimensiones, representadas mediante ecuaciones que describen el movimiento de las corrientes, se puede predecir según las fuerzas que interactúen con ellas.

De igual forma, un experto del Cinvestav-Mérida, junto con un grupo de colaboradores del Instituto de Ingeniería y la Facultad de Ciencias de la UNAM, comparó el uso de dos modelos de análisis en Puerto Morelos: uno que considera la difracción y refracción de las olas y otro que no las toma en cuenta.

La difracción se da cuando un frente de onda encuentra un obstáculo que altera su dirección de propagación, mientras que la refracción ocurre cuando la onda enfrenta cambios de profundidad, lo que altera su velocidad y dirección de propagación. Estos procesos son usuales en las zonas de arrecifes.

Cabe mencionar que un huracán puede liberar una energía equivalente a 600 billones de watts, lo cual es 200 veces la capacidad de generación eléctrica mundial.

 

Editado por: Joselyn Furlong

Foto: Taringa

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