En sus 37 años de carrera, la maestra Olga ha dado materias como historia, orientación educativa y ecología en el nivel medio superior a por lo menos 7 mil 400 alumnos de Puebla, pero lo que más le enorgullece ha sido escuchar, aconsejar y abrazar a sus estudiantes cuando lo necesitan.
En el marco del Día del Maestro, en entrevista con Ángulo 7, la docente compartió que tuvo carrera normalista y desde los 21 años inició su vida profesional en el nivel primaria en el municipio de Tehuacán; diez años después comenzó a dar clases en el bachillerato.
Añadió que su rutina comienza a las 5:30 de la mañana, para estar en la escuela a las 7:20 horas y aunque las clases terminan a las 14 horas, hay más trabajo detrás de la docencia.
Por ejemplo, en época de evaluaciones, tiene que dedicarse a calificar o revisar trabajos hasta cinco horas extras desde su casa, pero también en algunas ocasiones debe atender algunas actividades como dar asesorías al alumnado si tiene problemas para entender un tema.
No obstante, ser quien escucha a sus alumnas y alumnos le da motivos para continuar con la profesión. “Hay chicos incomprendidos, algunos tienen problemas familiares fuertes, los adultos no pensamos en el daño que le hacemos a los hijos”, explicó.
Añadió que si bien “no les puede resolver la vida”, le reconforta que sus educandos le tengan confianza para expresar sus inquietudes, molestias o preocupaciones, pues, a veces necesitan un abrazo o una palabra de aliento.
La violencia y embarazo adolescente es frecuente
Recordó que a lo largo de sus 37 años de servicio fue testigo de casos donde los jóvenes a los que les daba clases eran corridos de su casa o que sufrían golpes de parte de sus padrastros; recordó a una joven que le platicaba las agresiones físicas que le propinó la pareja de su madre, mismas que la llevó a vivir con su abuelita, pero tuvo un embarazo y dejó la escuela.
“Sienten un vacío tan grande que lo trataron de llenar con muchas otras cosas, por eso cuando yo puedo los ayudo, porque yo tengo sobrinas, hijos, no me gustaría que mi familia pasara por esos problemas”, sostuvo.
También, recordó que hace años un alumno suyo en alguna ocasión llegó a la escuela sangrando y aunque se veía un joven “grande y rudo”, lloraba “desconosladamente”, pues su padrastro le había aventado un frasco de café y lo había herido.
El joven era de escasos recursos y le confesó que en una Noche Buena, su familia no tuvo qué cenar. Ante ello, la maestra recordó que en los convivios ella pagaba los alimentos del joven, quien tampoco pudo seguir estudiando por falta de recursos.
Sin embargo, también recordó con júbilo que algunos de sus estudiantes sean profesionistas; “me da gusto, me los he encontrado y algunos andan en la política, otros son abogados, aunque tuvieron situaciones complicadas, lo lograron”, dijo.
Luego de más de tres décadas de servicio, Olga piensa en el retiro, pues platicó que la docencia debe ejercerse con dignidad y a veces percibe que ya no da clases como lo hacía hace años, pues, con el tiempo, atender diariamente cinco o seis grupos de 40 alumnos se torna más cansado.
Aunque está a unos meses de retirarse, se mostró feliz y orgullosa de haber dado lo mejor de ella para atender a miles de jóvenes poblanos, ahora, será su turno de viajar y disfrutar a su familia, así como “compensar” el tiempo que no les dedicó por ser docente.
Exhortó a las nuevas generaciones de maestras y maestros a ser entregados en la labor, tratar bien al alumnado que muchas veces enfrenta violencia o dificultades en sus hogares, así como a ser honestos y profesionales, pues los jóvenes merecen lo mejor de ellos.
R: DJ
