Localizadas en la periferia del Centro Histórico y consideradas como zonas de riesgo, las casonas abandonadas, algunas aparentemente sin dueño, han pasado a formar parte del paisaje urbano, siendo que algunas llevan en desuso hasta más de 20 años.
Así se observó este jueves, en calles como la 14 Oriente, 16, 18 y 20 Poniente del primer cuadro de la ciudad, donde en un recorrido realizado por Ángulo 7 se observó algunos inmuebles deteriorados, mientras que otros aún son habitados como vecindades.
En la 9 Sur, a la altura de la 20 Poniente, Jacinto atiende su vidriería, ubicada justo a un costado de una de estos inmuebles; el hombre comentó que tiene más de 10 años que la vivienda se encuentra deshabitada e incluso no recuerda cuándo fue la última vez que vio a alguno de los dueños entrar.
Sin mayor preocupación, desestima que en el caso del inmueble vecino haya algún riesgo de derrumbe, pues tras varios años, e incluso los recientes sismos, no lo ve como una posibilidad: “no creo que pase nada, digo, lleva ya así mucho tiempo”, menciona.
A un costado de la vidriería, un local reducido que no supera los dos metros cuadrados, se erige el referido inmueble, una casona de dos pisos con puertas y ventanas de metal, ahora sin vidrios, con la pintura caída y visibles cuarteaduras que resquebrajan la fachada.
Piden seguridad
Caso aparte es la vivienda ubicada en la 14 Oriente, entre la calle 5 de Mayo y 2 Norte, una estructura que se encuentra deshabitada desde hace más de 20 años, aunque cuenta con un velador, mientras que se ubica en una de las calles que reportó daños tras el temblor del 19 de septiembre de 2017.
Yose, quien es una de las habitantes de dicha calle, justo enfrente de la referida casa, cuenta que tras el sismo de hace cuatro años, diversas estructuras quedaron “sentidas”, incluyendo un antiguo edificio ubicado en la esquina de la 5 de Mayo, donde cayeron algunos restos de cornisas.
No obstante, la joven considera que el único peligro serían las fachadas, pues refiere que “desde que era chiquita” las casonas se encuentran en desuso, de manera que tanto sus dueños como la autoridad deberían intervenir en cuanto a los daños.
En esto coincidió Raúl, quien frecuenta la zona a pie, siendo que sus familiares viven a unas calles, al relatar que ha habido aparición de grietas tras el terremoto de hace cuatro años, mientras que hubo la caída de un muro, que terminó por quitarle la vida a un transeúnte.
“En esta zona, hemos tenido la experiencia de que cuando tiembla, los pretiles y cosas así se han caído, tan solo en esta casa se cayó y mató a una persona“, remembra el hombre, que esta tarde caminaba por la calle.
En este sentido, opinó que debería haber un apoyo para quienes tienen estas casonas, en busca de que sean estructuras seguras y no se repitan fatales como el de hace cuatro años; “que se pierdan, no estoy de acuerdo, pero que sí que los apoyen para que estén seguros”, comentó el ciudadano.
A dos casas de dicho inmueble, en un local donde se reparan bobinas de automóvil, tiene su negocio Juan, quien, en cambio, considera que cercar el inmueble no sería necesario, pues resalta que lleva deshabitado años, sin causar mayores inconvenientes.
“Debe ser una buena casa, como ves es una construcción bien chingona”, comenta, al señalar que desde que se instaló en la 14 Oriente, la vivienda sigue igual, con tapiales en puertas y ventanas, además de maleza que creció en su interior y ahora se asoma por los huecos de la casa.
Es de mencionar que, al ser patrimonio cultural, el primer cuadro de la ciudad de Puebla no puede ser intervenido sin aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por lo que todas las obras requieren de permisos especiales.
Estas estructuras son algunas de las 40 que identificó la Secretaría de Protección Civil y Gestión Integral de Riesgos en el Centro Histórico como ruinosas, por su deterioro y su riesgo de colapsar, ante su antigüedad y los embates del clima y los recientes movimientos sísmicos.
