Ignacio Ballester Pardo, investigador de la Universidad de Alicante, en España, destacó las nuevas tecnologías que permiten acercar el poema al lector y la paradoja que entraña lo efímero de las redes sociales frente a la inmortalidad del libro impreso.
En entrevista, señaló que el internet permite difundir con mayor rapidez un texto, sin pasar por dictámenes, y acercarlo a grandes públicos para que lo lean, tras lo cual la gente dice: “pensaba que la poesía era algo difícil, eso me alejaba y me gusta escribir; no sabía que esto era un poema y ahora lo veo en la web y lo publico y lo comparto”.
La facilidad para publicar podría afectar la calidad del texto, de manera que “hay que retomar lo que decía Vicente Quirarte” sobre que primero hay que leer, saber si lo que estamos diciendo ya lo han dicho, si se puede decir de otra manera, si tiene relevancia, o si podríamos ofrecer algo nuevo, aprovechando las redes sociales.
Asevero que el libro no se perderá, pues “recurrimos a él de una o de otra manera”, tras lo cual resaltó que con Alejandro Palma Castro, docente de la Facultad de Filosofía y Letras, hará un recuento de lo que se hace en México desde los años 60 para plasmarlo en un libro, porque si no, se pierde.
Agregó que es necesario complementar el papel y la nueva tecnología para establecer esa conexión entre “poetas que ahora resultan muy alejados y renuncian a la tecnología”, pero que no se dan cuenta que son técnicas complementarias, ya que el texto puede coexistir entre papel y tecnología.
Indicó que la universidad debe permitir un estudio que conecte y resuelva, o al menos reivindique, la atrofia lectora que estudió Alejandro Higashi en 2015, ya que los índices de lectura en México son “bajísimos”.
Para Ignacio Ballester, la tarea de los docentes y las universidades es generar vínculos y puentes que propicien la lectura, que faciliten las herramientas que “permitan leer poesía y sobre poesía”.
Editado por Diana Lizeth Pérez Morales
