Al gobernador electo Miguel Barbosa Huerta le interesa mucho la percepción ciudadana y por ello ya extendió su mano a los alcaldes del estado, independientemente del color de su partido; sin embargo, no solo de palabra deberá ser la respuesta, sino tiene que haber un compromiso real y acciones por parte de los ayuntamientos.
Su objetivo es que Puebla y sus municipios den respuesta a las demandas ciudadanas porque está convencido que si la percepción de la sociedad es que hay un buen gobierno, los identificará con buenas propuestas políticas, mientras que por más que una gestión tenga toda una estructura de operación política durante las campañas electorales, si hay una percepción de un mal gobierno, se le dificultará ganar la votación.
El problema de varios ediles, muchos de ellos de Morena, es que ya no tienen los pies sobre la tierra, pues cuentan con asesores que en lugar de hablarles de la realidad, les susurran al oído lisonjas y cumplidos.
Lo anterior junto con una falta de dirección de los ayuntamientos podría dificultar los objetivos de Miguel Barbosa.
No obstante, el gobernador electo tiene claro sus tiempos y estrategia, que no es otra que basarse en la realidad. Si ello no lo tienen claro los alcaldes, las circunstancias los alcanzarán y cuando se den cuenta será demasiado tarde y será difícil mejorar la imagen de sus gobiernos con sus respectivos costos políticos para ellos.
Acaso a alcaldes de Morena, sobre todo de la zona metropolitana de Puebla, les gustaría pasar a la historia como “desertores” de la cuarta transformación, pues si no quieren ello, se deben poner las pilas y tener claro que no es solo de dicho, sino de acciones y de dirección para dar resultados a la ciudadanía y lograr, con el apoyo del estado, una buena percepción de gobierno.
