Los restos del helicóptero cuya caída mató a la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso Hidalgo, y al senador Rafael Moreno Valle no tenían rastros de explosivos o sustancias que hayan estallado dentro; además, indican que impactó el terreno “de cabeza”.
Así lo reportaron este martes, en conferencia de prensa, Alfonso Durazo Montaño, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, y Carlos Morán Moguel, subsecretario de Comunicaciones y Transportes, con base en las pesquisas de la Secretaría de la Marina Armada de México (Semar).
De acuerdo con Durazo Montaño, tras un “análisis exhaustivo y cuidadoso” de los restos de la aeronave, los peritos de la Marina descartaron la presencia de explosivos, aunque –señaló– estos resultados quedan a la espera de ser analizados por expertos internacionales.
Sobre este particular, Morán Moguel explicó que la Comisión Nacional de Transporte de Estados Unidos (NTSB) no participará en el caso, como había indicado previamente, debido al conflicto entre el Ejecutivo y el Senado de ese país, que ha ocasionado el cierre del gobierno estadounidense.
En cambio, el gobierno federal acudirá ante las comisiones de transporte de Canadá y algunos países de la Unión Europea, a fin de pedirles que colaboren en la investigación.
Por otra parte, el funcionario refirió que el patín de la cola del helicóptero siniestrado se halló elevado y el rotor en la parte inferior, por lo que se dedujo que el vehículo cayó de forma invertida.
Asimismo, resaltó que los peritos logaron recuperar la “unidad de adquisición de datos de vuelo”, donde se registran las revoluciones del motor, la posición del vuelo y la temperatura de la aeronave.
Cabe mencionar que, una horas antes, ambos funcionarios habían reconocido que el gobierno federal no descartaba ninguna línea de investigación, incluida la posibilidad de un atentado. Sin embargo, esta nueva información respalda la hipótesis de un accidente causado por alguna falla.