En 2016, ocho de los 22 Ceresos que hay en Puebla obtuvieron calificación reprobatoria por parte de la CDH, siendo las cárceles de Izúcar de Matamoros y Tepeaca los que menor puntaje alcanzaron y Zacapoaxtla, el de mayor en una escala de 1 a 10; de manera general, sacaron 6.16.
Lo anterior, de acuerdo con el Diagnóstico Estatal de Supervisión Penitenciaria (DESP) 2016, elaborado por la Comisión de Derechos Humanos (CDH) estatal, en el que también se incluye al Centro de Internamiento Especializado para Adolescentes (Ciepa).
Los resultados insatisfactorios se encuentran en los centros de Tepeaca con 4.52; Izúcar de Matamoros con 4.49; Huejotzingo con 4.60; Acatlán de Osorio con 4.70, mientras que la calificación reprobatoria persiste en las cárceles de Teziutlán con 5.18; Tecamachalco con 5.22; Atlixco con 5.30 y Xicotepec de Juárez con 5.92.
Para hacer el análisis, el organismo estatal tomó en cuenta las entrevistas aplicadas a los directores de cada uno de los centros; se inspeccionaron las instalaciones y documentación con que deben contar y se formuló una encuesta a un porcentaje de la población interna.
En dicho diagnostico se evaluaron siete tipos de derechos humanos de los reos: situación jurídica; estancia digna y segura en prisión; integridad física y moral; desarrollo de actividades productivas y educativas; vinculación social del interno; mantenimiento del orden y la aplicación de medidas y los que pertenecen a grupos especiales dentro de las instalaciones penitenciarias.
El resultado arrojó que las condiciones en la mayoría de los Centros de Reinserción Social (Ceresos) afectan el derecho humano al trato digno de los internos, al resultar insuficiente los espacios en las celdas y las condiciones en que operan diariamente las instalaciones penitenciarias, principalmente en las distritales.
Faltan medicamentos
También, la falta de prevención de riesgos, el hacinamiento en los dormitorios y en las áreas comunes continúan presentándose problemas como la insuficiencia de medicamentos y material de curación; la deficiente atención de las áreas técnicas a internos sancionados, así como la falta de atención psicológica y la insuficiente alimentación.
Además de la insuficiencia de las áreas específicas para observación y clasificación; las condiciones insalubres de instalaciones como dormitorios, cocina, comedores; el escaso personal de seguridad y custodia; la convivencia en áreas comunes entre procesados y sentenciados y, las faltas de actividades laborales, educativas y deportivas.
A esto se suman las deficiencias de la infraestructura penitenciaria, particularmente en el interior del estado, por tratarse de edificaciones antiguas la mayoría de ellas, que no fueron diseñadas para reclusión, lo cual se presenta en los 17 centros que se encuentran en las presidencias municipales o en edificios aledaños a las mismas.
En tanto, Zacapoaxtla fue la cárcel que mejor calificada salió con 7.92; mientras que el segundo lugar fue Huauchinango con 7.56 y en tercero estuvo Zacatlán con 7.32; posteriormente se encuentra el de Tetela de Ocampo con 6.68 y Libres con 6.54 puntos.
El penal de Chiautla de Tapia obtuvo 6.52; Tecali de Herrera sacó 6.36; el de Chignahuapan 6.33; el mismo puntaje que para el regional de San Pedro Cholula y el de Tlatlauquitepec con 6.09 puntos. Mientras que la calificación del Ciepa fue de 7.27.
Respecto a los ceresos de Tehuacán, Puebla, Tepexi de Rodríguez y Ciudad Serdán, sólo pasó la calificación que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) le dio con cifras de 2015, las cuales son 5.48, 6.02, 7.47 y 8, en ese orden.
Cabe mencionar que, en febrero pasado, el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría (Idhie) de la Universidad Iberoamericana Puebla, presentó el Observatorio de Prisiones, en el que con una calificación de 6.7, el sistema penitenciario del estado fue el sexto peor evaluado de todo el país, pues en los Ceresos persistía el hacinamiento, la sobrepoblación y el autogobierno.
