Editorial Ángulo 7
En este espacio vertirmos la opinión de nuestro medio, siempre con una visión contructiva Credito: Elaboración propia

Mario Riestra Piña asumió la dirigencia del PAN Puebla el pasado viernes 3 de enero, acompañado por el equipo que lo respaldará en esta nueva etapa. Sin embargo, la crisis que atraviesa el partido plantea una pregunta inevitable: ¿impulsará una verdadera limpieza interna o solo intentará maquillar los problemas?

Durante su campaña por la dirigencia estatal del blanquiazul, Riestra Piña construyó una imagen de ser el cambio del partido y dejar atrás a los políticos que han dañado su reputación. En su discurso, llamó a construir un PAN más fuerte y unido, capaz de recuperar la confianza de la ciudadanía. Uno de sus principales logros fue sumar a críticos como Edmundo Tlatehui, quien no dudó en señalar a los responsables del desgaste interno.

No obstante, la renovación del PAN no se logrará con promesas superficiales ni con cacerías de brujas. El verdadero cambio implica reestructurar las bases del partido, abrir espacios para el diálogo y la diversidad de ideas, y rechazar prácticas que han impedido su desarrollo. En una democracia, todas las posturas son válidas, pero una oposición sólida debe avanzar con propuestas firmes y responsables.

Una reestructuración profunda también permitiría mejorar el nivel del debate político, dejando atrás las descalificaciones y las burlas por temas irrelevantes. Esto requiere priorizar valores fundamentales como la lealtad, la honestidad y la transparencia.

Mario Riestra enfrenta un desafío crucial: demostrar que no se conformará con “tapar el ojo al macho” y que su liderazgo marcará una diferencia real. De su capacidad para enfrentar a los detractores y sumar aliados dependerá si el PAN Puebla logra superar la crisis actual y retomar su papel como una fuerza política relevante en el estado.