Humberto Sotelo

¿No estará Morena jugando con fuego, al abrirle las puertas a personajes tan funestos como Hank Rohn, Rommel (¡sic!, así se llamó el famoso mariscal, brazo derecho de Hitler), Pacheco (candidato a la alcaldía de Mérida, Yucatán), Eugenio Hernández Flores (ex gobernador de Tamaulipas) y los poblanos Estefan Chidiac, Pepe Chedraui, Tony Gali y decenas de figuras por el estilo)? (tal como observa Álvaro Delgado, en su columna de Sin Embargo del 16 de enero, de seguir así las cosas, no sería de extrañar que se llame como aliados a Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox o Felipe Calderón).

Aquí no hablaremos de la trayectoria de dichos sujetos, ya que todo mundo los conoce. Lo que nos interesa es indagar acerca del por qué, reitero, Morena decidió convertirlos en candidatos suyos en el proceso electoral que se avecina. Si, ya sé lo que arguyen personajes como Mario Delgado y anexas:  que la 4T necesita sacar adelante el Plan C, que se requiere tener mayoría en el Congreso de la Unión y en los congresos locales para sacar adelante las reformas pendientes, que para derrotar a la derecha no queda más remedio que establecer alianzas con organizaciones (como el PVEM y Movimiento Ciudadano) y  con personajes que no se distinguen precisamente por su trayectoria progresista y/o por su honestidad, que Morena necesita superar la “pureza revolucionaria” debido a que la “Real politik” exige “tener los pies en la tierra”, y cientos de argumentos por el estilo.

Frente a tales razonamientos, no son pocos los ingenuos que sostienen que AMLO no tiene que ver con esos ardides, sosteniendo que éstos son enarbolados por los representantes de la “quinta columna” del Prian infiltrada en Morena (o sean Mario Delgado y socios). ¡Por favor, no nacimos ayer!

Pero volvamos a la interrogante: ¿por qué Morena decidió hacer ese tipo de concesiones?  No pocos cuadros dirigentes sostienen que éstas fueron un resultado de la correlación de fuerzas que hoy predomina en el país, en la que se observa un notable repunte o fortalecimiento de la derecha.  Agregan que algo parecido sucedió durante el sexenio del Presidente Cárdenas, quien, al constatar que sus reformas habían generado toda una cauda de alineamientos y nuevas configuraciones entre las principales fuerzas políticas del país  (provocando, entre otras cosas, la reagrupación de los sectores reaccionarios más connotados), llegando a la conclusión de que no quedaba más remedio que impulsar al general Manuel Ávila Camacho  (personaje que estaba muy lejos de identificarse con los núcleos revolucionarios) como su sucesor, en lugar de del general Francisco Múgica, a quien los sectores  progresistas consideraban el personaje idóneo para  asumir el tirso de la Revolución. En el libro A la sombra de la Revolución Mexicana, Lorenzo Meyer y Héctor Aguilar Camín, describen de manera sumamente lúcida los factores que propiciaron que Cárdenas se inclinara por Ávila Camacho (Vid. Cal y Arena, México, 1989, págs. 184, 185).

Empero, la comparación  con lo que sucede con la 4t es falaz. Si algo ha caracterizado al sexenio de AMLO es la estabilidad política y social. La derecha está muy lejos de amenazar los avances logrado en su sexenio. Cierto:  el Poder Judicial ha impedido la cristalización de diversos proyectos, convirtiéndose en un instrumento de los sectores reaccionarios. Estamos muy lejos de un Termidor, tal como sucedió en el sexenio cardenista (por Termidor se entiende el periodo de la Revolución Francesa que condujo a la derrota de los sectores radicales, encabezados por Robespierre, siendo reemplazados por los sectores conservadores, quienes se dieron a la tarea de restaurar no pocos de los aspectos del llamado ancien régime).

¿Entonces…? Estoy convencido de que Mario Delgado y epígonos están incurriendo en un error; al promover a los personajes arriba citados, están provocando que las bases morenistas, y en general la población identificada con la 4T, sufran un proceso de desencanto o desilusión,  lo cual puede propiciar –entre otras cosas— que no estén dispuestas a avalar el llamado Plan C , si es que no a incurrir en la abstención.

Ya que les gustan tanto las encuestas a los líderes de Morena, ¿por qué no se dan a la tarea de promover una o varias con el objeto de conocer cuál sería la posición o actitudes de las bases de su partido caso de que éste se aferre a impulsar a los multicitados personajes?

En una investigación muy brillante publicada en The Guardian, el destacado sociólogo y periodista británico Jon Handley puso de relieve que en los principales países europeos las concesiones a la derecha de los partidos socialdemócratas, lejos de beneficiarlos entre la población, por el contrario, ha propiciado su caída entre el electorado. Escribe al respecto: “La adopción de políticas de derecha en cuestiones como la inmigración y la economía no ayuda a los partidos de centro izquierda a ganar votos, según un nuevo análisis de datos electorales y de encuestas europeas.  Ante una disminución de 20 años en su porcentaje de votos, acompañada de un creciente apoyo a la derecha, la extrema derecha y, a veces, la extrema izquierda, los partidos socialdemócratas de toda Europa han buscado cada vez más la salvación desplazándose hacia el centro político. Sin embargo, el análisis, publicado el miércoles, muestra que es poco probable que los partidos de centro izquierda que prometen, por ejemplo, ser duros con la inmigración o el gasto público, atraigan a votantes potenciales de derecha, y corren el riesgo de distanciarse de sus simpatizantes progresistas” (Vid. The Guardian, 14/01/2024, reproducido por el blog SinPermiso).

Guardando las distancias, ¿no podría suceder algo semejante en países como México?

Quien esto escribe ha conversado con decenas de compañeros de la 4T, quienes me aseguran que, de promoverse como candidatos a personajes como Hank Rohn o Estefan Chidiac, no estarían dispuestos a votar por el Plan C.  Yo me incluyo en esa postura.

Empero, insisto, lo ideal sería promover una encuesta o estudio, como la que emprendió Jon Handley, encaminada a saber con mayor precisión qué consecuencias traerían consigo las concesiones de Morena al Ancien Regime… Tal vez traería consigo, reitero, menos votos, debido alejamiento de las bases morenistas.

 

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