A diferencia de un androide, que es un robot sintético antropomorfo, un cíborg es una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos generalmente con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología.

El término cíborg fue acuñado en 1960 por Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline para referirse a un ser humano mejorado que podría sobrevivir en entornos extraterrestres. Clynes y Kline Llegaron a esa idea al pensar sobre la necesidad de una relación más íntima entre los humanos y las máquinas en un momento en que empezaba a trazarse la nueva frontera representada por la exploración del espacio.

Presentaron por primera sus ideas con la siguiente definición: “Un cíborg es esencialmente un sistema hombre-máquina en el cual los mecanismos de control de la porción humana son modificados externamente por medicamentos o dispositivos de regulación para que el ser pueda vivir en un entorno diferente al normal”.

De acuerdo con algunas definiciones del término, la conexión física y metafísica de la humanidad con la tecnología ya ha empezado a influir en la evolución futura del ser humano, al empezar a convertirnos en cíborgs. Por ejemplo, una persona a la que se le haya implantado un marcapasos podría considerarse un cíborg, puesto que sería incapaz de sobrevivir sin ese componente mecánico. Otras tecnologías médicas, como el implante coclear, que permite que un sordo oiga a través de un micrófono externo conectado a su nervio auditivo, también hacen que sus usuarios adquieran acceso a un sentido gracias a la tecnología, aproximando su experiencia a la de un cíborg.

El concepto del híbrido hombre-máquina fue generalizado en la ciencia ficción antes de que ocurriera la Segunda Guerra Mundial. Frankenstein de Mary Shelley publicado en 1818 es una de las obras pioneras de la ciencia-ficción, que anticipa algunas de las cuestiones planteadas por el concepto de cíborg.

De esta manera la ciencia ficción ha permitido filosofar sobre nuevas realidades como el transhumanismo, la inteligencia artificial, la consciencia y la identidad propias y si éstas son posibles en un ser creado artificialmente.

En El hombre que se gastó (1839), Edgar Allan Poe, describe a John A. B. C. Smith, un héroe de guerra con un cuerpo compuesto de múltiples prótesis. Este relato puedes leerlo aquí:

Más adelante en 1910 el escritor Jean de la Hire presenta a Nyctalope (para algunos el primer superhéroe y también el primer cíborg literario) en la novela El hombre que puede vivir en el agua.

Para 1923, Gastón Leroux (más conocido como el autor de El Fantasma de la Ópera) en el díptico de novelas La muñeca sangrienta/La máquina de asesinar, aparece un autómata llamado Gabriel, al que se le implantan el cerebro y la médula espinal de Bénédicte Masson, un hombre ejecutado en la guillotina por unos asesinatos que él en realidad no cometió, y que utilizará su nuevo cuerpo mecánico para perseguir y desenmascarar a los verdaderos culpables de los crímenes. En este sitio puedes descargar ambas obras:

Un lustro después, en 1928 en La perdición del cometa, Edmon Hamilton describe exploradores espaciales cuyos cuerpos combinan partes orgánicas y mecánicas. De este autor es el conocido cerebro viviente y parlante, siempre flotando en un receptáculo transparente, que acompaña al superhéroe Captain Future (1939).

El mismo Edmon Hamilton utiliza en 1962 el término de forma explícita en el cuento Después del día del juicio para referirse a “las copias mecánicas de humanos” llamadas “Charlies”, explicando que “cíborgs es como se les había llamado, desde el primero [el primer Charlie] a inicios de la década de 1960… organismos cibernéticos”.

A finales del siglo XX, la imagen del cíborg como ser que no es ni humano ni máquina, ni hombre ni mujer, fue recuperado por autoras como Donna Haraway en su Manifiesto Cyborg –considerado un hito en el desarrollo de la teoría del feminismo posthumanista-, critica las nociones tradicionales de feminismo, particularmente los enfoques feministas en políticas identitarias, y promueve en reemplazo una coalición a través de afinidad.  Dice Haraway en este Manifiesto: “Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción.”

“La realidad social son nuestras relaciones sociales vividas, nuestra construcción política más importante, un mundo cambiante de ficción. Los movimientos internacionales feministas han construido la ‘experiencia de las mujeres’ y, asimismo, han destapado o descubierto este objeto colectivo crucial. Tal experiencia es una ficción y un hecho político de gran importancia. La liberación se basa en la construcción de la conciencia, de la comprensión imaginativa de la opresión y, también, de lo posible. El cyborg es materia de ficción y experiencia viva que cambia lo que importa como experiencia de las mujeres a finales de este siglo.”

“Se trata de una lucha a muerte, pero las fronteras entre ciencia ficción y realidad social son una ilusión óptica.”

La ciencia ficción contemporánea está llena de cyborgs — criaturas que son simultáneamente animal y máquina, que viven en mundos ambiguamente naturales y artificiales.” Aquí puedes leer todo el manifiesto:

La metáfora del cíborg llama a las feministas a moverse más allá de los conceptos tradicionales de género, feminismo y política.

El término Ciborg suele utilizarse erróneamente en numerosos escritos al confundirlo con un robot del tipo androide.

Recordemos al ciborg Murphy-RoboCop del filme Robocop de 1987 Este filme puede analizarse por temas que incluyen la condición humana, la identidad personal, la codicia corporativa y la corrupción, por ejemplo.

Para terminar, reitero la pregunta que da título a este artículo ¿todos somos cíborgs?

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