Con la derrota del proyecto monárquico en 1867 la posición de los católicos conservadores puede definirse como de abstencionismo político, trabajo en favor de obras académicas y educativas y colaboración para la reorganización de la Iglesia. Varios de ellos -que mencionaremos más adelante (ver bibliografía al final)- continuaron haciendo política construyendo argumentos en contra de las políticas liberales, fundamentalmente, en los periódicos impresos de la época. Ya para entonces eran hombres de edad avanzada. El mismo Adame da cuenta de las dos etapas en la historia del pensamiento de los católicos mexicanos durante los años que rigió la constitución de 1857 que van de 1867 a 1914. La primera de ellas que va de 1867 a 1892 llamada “tradicionalismo político” y su evolución al “catolicismo social” de 1892 a 1914 (Adame). En la próxima colaboración nos ocuparemos del trabajo de los católicos en favor de las obras académicas y educativas.

El significado de las reformas liberales y la actitud de los católicos los abordan Ceballos y Correa. Knowlton estudia, en contrapunto, los efectos de las leyes de Reforma -leyes anticorporativas- para los mexicanos comunes y para las corporaciones eclesiásticas en particular y sus miembros, así como describir las relaciones entre Iglesia y Estado. Este último estudio aborda las ideas jurídicas y políticas desencadenadas por su operación y aplicación, así como de los obstáculos que redujeron su eficacia. El estudio se realiza entre los periodos 1856 -año de inicio de la Reforma- y 1910 -estallamiento de la Revolución mexicana.

El estudio está desarrollado de manera tal que el lector se percata de cómo fue gestándose la actitud reformista, cuál fue su operación y aplicación, y como fueron surgiendo los obstáculos que la hicieron fracasar hasta, finalmente, ser rescatada por la Revolución mexicana de principios del siglo XX.

Knowlton da cuenta de cómo las leyes de Reforma, sobre todo la Ley sobre Nacionalización de los Bienes del Clero y Separación de la Iglesia y el Estado, mutaron de necesidad política y económica a obstáculos a la estabilidad y el progreso. Conforme al autor podemos decir que, si evaluamos las políticas liberales por sus intenciones podemos afirmar que la Reforma fue un proceso de reiterados fracasos a corto y mediano plazo.

Los resultados fueron un retroceso económico ya que el grueso de la propiedad pasó del clero a manos de los pudientes que pudieron adquirirla, incluso extranjeros.  En el plano político, amén de haber precipitado una devastadora guerra civil, lejos estuvieron de promover la democracia, así como tampoco pudieron privar al clero de su poder.

Finalmente, en el plano financiero, los liberales no pudieron obtener la riqueza que les permitiera continuar con la Reforma ni tampoco pudieron librar al país de su deuda. Sin embargo, a largo plazo, y he aquí la paradoja que se desprende del estudio mismo, el liberalismo como ideología se levantó como contundente triunfadora al mantenerse, en las expectativas del mexicano común, como el ideal del proceso modernizador del país.

Para terminar, de entre otras investigaciones realizadas mencionamos los siguientes: en relación al grupo conservador y de su resurgimiento en México durante 1876-1877 Ceballos afronta la herencia del partido conservador al movimiento católico y aborda las razones de la búsqueda de una opción “netamente católica” frente a la tradicional subordinación de los católicos a los conservadores. Frente a los liberales triunfadores los católicos intentaban implantar la Sociedad católica. La primera Memoria de la sociedad, editada casi diez años después de su fundación, revela manifiestamente el origen intransigente de este “grupo de católicos” que fueron sus iniciadores.

Ante la crisis de la derrota recién sufrida, sólo les quedaban dos caminos: volver a enfrentarse al enemigo triunfante o aliarse con él. A pesar de que hubo quienes eligieron el enfrentamiento o la conciliación, los integrantes de la sociedad encontraron una tercera opción al margen del enemigo triunfante y de su sociedad.  Por eso afirmaron que “la Sociedad católica es la conversión de un partido en apostolado” (Adame).

Tal intentó se hizo mediante el mantenimiento o la fundación de agrupaciones de diverso tipo que pudieran competir con las organizaciones seculares: escuelas, librerías, círculos sociales, mutualidades, sindicatos, centros de diversión, sanatorios, teatros y toda una serie de organismos de lo más variado.

En 1868 Nace la Sociedad católica. La agrupación pretendía como “único y exclusivo fin conservar, defender y propagar (…) la religión católica, apostólica y romana”. Ceballos da cuenta de algunas instituciones católicas como: las congregaciones marianas, la Sociedad Católica de la Nación Mexicana, así como de una significativa bibliografía que respalda el estudio. Ceballos pasa lista a las organizaciones laborales católicas a finales del siglo XIX.

De la participación activa de los católicos en la política podemos mencionar entre otros hechos los siguientes: la promoción de sus ideas en la prensa católica cuyas fundaciones se iniciaron desde 1870. Detalles sobre el periodismo católicos lo encontramos en Ceballos. En torno a los líderes políticos e ideológicos de los católicos consultar Adame y Ceballos.

Sobre las estrategias fundamentales de los católicos, la ideología de los católicos en México, y el lugar del tomismo en el pensamiento político de los católicos, ver Ceballos.

El reformismo social católico se describe e interpreta en Adame, Bailey, 1974), Meyer, y Wilkie. Este último trabajo contiene una entrevista con el veterano reformista católico Miguel Palomar y Vizcarra.

Sobre otras organizaciones religiosas y políticas distintas de los católicos destaca la compilación de Bastian (1990). Esta reunión de ensayos analiza el contexto de las luchas políticas contra la masonería durante el siglo pasado.

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