Para mi amigo Juvenal Cruz Vega

Hace algunas semanas mi alumna Dulce Karen Capulín Arellano me dio la oportunidad de conocer su protocolo de tesis nombrado, hasta ahora, “Análisis de las expresiones performáticas empleadas en algunas marchas feministas del 8 de marzo de los años 2020 y 2021 en México, como medio para la manifestación del discurso político-estético.” Dialogando con ella me vinieron a la mente algunas lecturas realizadas como, por ejemplo, las pinturas de Jacques-Louis David, “La muerte de Marat,” (1793), y de Eugene Delacroix La Libertad guiando al pueblo”, (1830), los murales de Diego Rivera, “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” (1947), y de David Alfaro Siqueiros “Del porfirismo a la Revolución (1957-1966) y sobre todo del cine y la música popular mexicana que me han alimentado desde siempre. A todo lo anterior integré en mi estructura cognitiva las lecturas de los libros de Arthur Danto “La-transfiguración-del-lugar-común” (2002), Arthur Danto. “Que es el arte” (2013) y Ted-Gioia “Canciones de amor. La historia jamás contada” (2015)

De todo ello, y mucho más, me surgieron las preguntas siguientes: ¿Cómo es qué las “culturas vulgares” se trasforman en “alta cultura”? ¿En qué se distinguen las “culturas vulgares” de las “altas culturas”? ¿Qué procesos se desarrollan para que las “culturas vulgares” se trasformaran en “alta cultura”?

Hoy dedicaré mi reflexión a mostrar el triunfo que las lenguas vulgares llamadas “lenguas romances” sobre el latín clasista. Son, a principios del siglo XXI, 38 lenguas romances las existentes: nueve lenguas iberorromances, seis lenguas galorromances, dos lenguas retorromances, tres lenguas occitanorromances, cinco lenguas galoitalianas, cinco lenguas italorromances, cuatro lenguas balcorrumanas, y dos lenguas romances insulares. Al inicio del siglo XXI, alrededor de 920 millones de personas en el mundo son quienes hablan las lenguas romances-, principalmente en América, África y Europa. Entre las lenguas romances más habladas actualmente están el español, el portugués, el francés, el italiano, el rumano y el catalán. Se reconocen también dos lenguas romances extintas: la dálmata y mozárabes.

Períodos en la historia de la lengua latina (2,500 años)

Durante aproximadamente 2,500 años (de 800 ane a 1,720 dne) el latín dominó, en buena parte del mundo. Se pueden distinguir siete periodos de esta lengua latina: latín arcaico, latín clásico, latín posclásico, latín tardío, latín vulgar o medieval, latín renacentista y el latín científico.

Durante el periodo del latín arcaico (Prisca Latinitas; siglo VIII ane-siglo II ane) destacaron autores como Apio, Claudio el Ciego, Livio Andrónico, Nevio, Ennio, Plauto, Terencio. El latín clásico (aproximadamente en los siglos siglo I ane. y siglo I dne) en una época de profunda crisis económica, política y cultural, la élite cultural crea, a partir de las variedades del latín vulgar, un latín estándar (para la administración y escuelas) y un latín literario. Es la Edad de Oro de las letras latinas, cuyos autores más destacados son Cicerón, Julio César, Tito Livio, Virgilio, Horacio, Séneca, Catulo, Ovidio. En el periodo del latín posclásico, la lengua hablada se va alejando progresivamente de la lengua estándar, que la escuela trata de conservar, y de la lengua literaria. Esta distancia creciente hará que de las diversas maneras de hablar latín nacieran las lenguas románicas. Y la lengua escrita se transforma en el latín escolástico o curial.

Durante la etapa del latín tardío, los Padres de la Iglesia empiezan a abandonar el latín vulgar de los primeros cristianos. A este período pertenecen Tertuliano, Jerónimo de Estridón (San Jerónimo) y San Agustín. Durante el periodo del latín vulgar o medieval (latín inconditus, cotidianus, usualis, vulgaris, plebeius, prolectarius y rusticus) el latín como se conocía ya no es hablado; por ende, el latín literario se refugia en la Iglesia, en la Corte y en la escuela, y se convierte en el vehículo de comunicación universal de los intelectuales medievales. Mientras esto último se producía, el latín vulgar continuaba su evolución a ritmo acelerado y, con esto, posibilitando la aparición de las lenguas romances.

El latín renacentista. La mirada de los humanistas se vuelve hacia la Antigüedad clásica, y el uso del latín cobra nueva fuerza. Petrarca, Erasmo de Róterdam, Luis Vives, Antonio de Nebrija y muchos otros escriben sus obras en latín, además de en su propia lengua Finalmente el latín científico donde la lengua latina sobrevive en escritores científicos hasta entrado el siglo XIX. Descartes, Newton, Spinoza, Leibniz, Kant y Gauss escribieron sus obras en latín.

Del latín vulgar a las lenguas romances

El latín vulgar también llamado latín popular, se aplica al idioma románico hablado por las masas con todas sus idiosincrasias dialécticas e individuales, no necesariamente uniforme. Era también denominado latín inconditus, cotidianus, usualis, vulgaris, plebeius, prolectarius y rusticus. Este latín «popular» se diferenciaba notablemente del elegante latín escrito empleado por escribientes, autores y eruditos literarios. El latín vulgar eventualmente evolucionó en las lenguas romances.

La diversidad que siguió con la caída del Imperio Romano fue favorable al crecimiento de los dialectos e idiomas especiales que derivaron del latín. A pesar de que latín vulgar era un lenguaje hablado, puede ser reconstituido hasta cierto punto a través de tratados de los Grammaticus romanos, la Biblia latina, manuscritos latinos primitivos, inscripciones, colecciones de leyes bárbaras, algunos textos literarios e históricos entre los siglos IV y VIII, así como los decretos de la dinastía merovingia y el imperio carolingio. Después de un proceso evolutivo que ocurrió en el lapso de tres siglos, el latín vulgar adquirió características individuales de acuerdo a las diferentes regiones del mundo románico en donde era hablado, y el inicio del «romance» ocurrió en el siglo VIII. Las lenguas romances derivaron del latín vulgar que era hablado en los territorios del antiguo Imperio Romano, pero que se diferenciaba notablemente del latín literario.

El término «romance» deriva de la expresión romanice del latín posclásico, que a su vez derivó de la palabra latina romanus. Estas lenguas se denominan «romances» porque derivan del latín vulgar hablado en los territorios del sur de Europa que una vez formaron parte del Imperio Romano. Eran dialectos vulgos y coloquiales hablados por soldados, colonos y comerciantes romanos que se esparcieron por toda Europa; en contraste con las formas clásicas del latín que eran habladas por las clases altas que tenían la particularidad de ser también lenguas escritas. Mientras que el latín vulgar divergió progresivamente en las lenguas romances, el latín clásico cayó en desuso y aunque hoy en día todavía se estudia, es considerada una lengua muerta.

Celebremos en este inicio del año 2024 el triunfo de las lenguas romances, que evolucionaron del latín vulgar y que nos muestra una etapa de la conquista de la democracia contra el clasismo y la discriminación.

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