De largo aliento eran las ideas conservadoras que tenían la tendencia a conservar y defender el estado y las instituciones del orden colonial. Encontramos en el Plan de Iguala, el testimonio más significativo del pensamiento conservador del período independentista. Ante una España liberal, que en 1820 volvió a admitir la constitución de Cádiz, los conservadores novohispanos promovieron el movimiento de los criollos y, de esta manera, las clases dominantes (gachupines, criollos, alto clero y milicia) vieron que la situación de independencia era propicia para la conservación de su propio orden.
Para esta reflexión nos hemos apoyado en los resultados de las investigaciones de los siguientes dos autores: Alfonso Noriega y Donald Stevens cuyos datos bibliográficos están al final de este ensayo.
Según Noriega los conservadores “Se oponían, radicalmente, a toda idea revolucionaria, como la idea de la soberanía absoluta del pueblo, la democracia universal, la igualdad entre los hombres, tomadas de la Revolución Francesa. Asimismo, se oponían a las innovaciones que los “progresistas” trataban de implantar en México: el régimen federalista, con independencia y autonomía de los estados de la federación; la igualdad política; el sufragio universal; el establecimiento de la tolerancia religiosa y la extinción de los privilegios de las clases sociales superiores, el clero y la milicia.
De acuerdo con estas ideas, el grupo conservador se convirtió en un ardiente defensor de los privilegios de gachupines, criollos, alto clero, y milicia y propugnó, como forma de gobierno, la tradición del virreinato y el centralismo. Este sistema permitía, por su propia naturaleza, la concentración del poder en manos de un grupo privilegiado, de una oligarquía representante de las mismas clases dominantes. Continua diciendo Noriega: Así pues, (el conservadurismo) repulsa de cualquier innovación (sobre todo de carácter revolucionario); defiende la subsistencia de los fueros y privilegios del clero y la milicia, el centralismo institucional -jurídico, político y administrativo- y gobierno oligárquico. Todos estos grandes temas constituyeron el pensamiento conservador en esta época de nuestra historia. Los conservadores se oponían, radicalmente, a toda idea revolucionaria, como la idea de la soberanía absoluta del pueblo, la democracia universal, la igualdad entre los hombres. Asimismo, se oponían a las innovaciones que los “progresistas” trataban de implantar en México: el régimen federalista, con independencia y autonomía de los estados de la federación; la igualdad política; el sufragio universal; el establecimiento de la tolerancia religiosa y la extinción de los privilegios de las clases sociales superiores, el clero y la milicia.
Regidos por las ideas conservadoras, según Donald Stevens, se fue conformando el programa conservador que contenía la defensa de las siguientes seis políticas:
1) el establecimiento de un estado centralista e intervencionista con una eficiente burocracia civil y un ejército regular fuerte (dicha política incorporaba el propósito de abolir las milicias provinciales y cívicas);
2) un apoyo fundamental al monopolio moral de la Iglesia católica;
3) el desarrollo de instituciones que ejercían el poder más que una clase social determinada;
4) el fomento de una política económica pragmática y flexible que mantenía un equilibrio entre el proteccionismo estatal y el librecambismo (dependiendo del contexto y las circunstancias) aunque con una marcada tendencia a no favorecer el laissez-faire liberal;
5) la preservación de privilegios y corporaciones tradicionales incluyendo las repúblicas de indios con sus tierras comunales;
6) un sistema representativo con un sufragio limitado a las clases cultas.
Por lo dicho anteriormente, en este 2024 vemos la reedición de la defensa del proyecto conservador ahora encabezado por tres partidos político. Tres partidos políticos -PRI-PAN.PRD– unidos por el mismo proyecto conservador que una y otra vez ha sido derrotado en la historia de México.
Salgamos a votar este 2 de junio de 2024 para apoyar la continuidad no solo de la Cuarta Trasformación, sino por la construcción de una Nueva República bajo el principio de la Soberanía del Pueblo.
Para seguir leyendo:
Noriega, Alfonso, 1972, En pensamiento conservador y el conservadurismo mexicano, 2 vols. México, UNAM.
Fowler, William y Humberto Morales Moreno (Coords.), 1999, El conservadurismo mexicano en el siglo XIX, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
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