El Partido Acción Nacional (PAN) en Puebla expulsará a 697 militantes por apoyar a otros partidos en el pasado proceso electoral. De esos, 184 son funcionario de al menos 98 ayuntamiento, siete fueron candidatos a diputados locales; 51 fueron representantes generales y 455 de casilla.
Nada es fortuito, el PAN en Puebla, busca que su militancia vea que tiene mano dura en contra de aquellos que los “traicionaron”. Sin embargo, días antes Augusta Díaz de Rivera Hernández, dirigente del partido, dijo que aún no se tenía una reflexión sobre el proceso electoral.
¿Cómo entonces se toma la decisión de esta expulsión, si hay un proceso de autocrítica? ¿Cómo entonces, buscan mostrarse en que tendrán mano dura, si entre ellos mismos le quieren tapar el ojo al macho?
No se trata de establecer una cacería de brujas y meter a la hoguera a alguien. No. Al contrario, y como dicen por ahí, el primer paso es la aceptación.
Acción Nacional en Puebla perdió, y está dando patadas de ahogado para darle a su base en ápice de que si están trabajando. No obstante, han sido los mismos militantes quienes cuestionan la actual dirigencia, que cuestionan que no hizo trabajo de campo y sólo estuvo en el escritorio.
Hay una contradicción en esta determinación y se basa en la congruencia. Es una contradicción, porque al mismo tiempo de que pone el ojo en aquellos que realmente votaron y apoyaron abiertamente a Morena, no mira hacía dentro y reconoce que hubo errores.
Es mejor culpa a los más de 600 que apoyaron abiertamente a Morena, es mejor aparentar que realizar cambios de fondo que dé legitimad como oposición. Por ello, cabe la pregunta: ¿Venganza o distractor, expulsión de militantes del PAN en Puebla?