Editorial Ángulo 7
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El gobernador electo, Alejandro Armenta Mier, el pasado martes celebró que se abra el debate respecto a su propuesta de la castración química para castigar a violadores. En su momento, la presidente de la CDH, Isela Sánchez Soya, señaló que esta no era la medida correcta.

Si bien es cierto que es necesario una medida ejemplar para castigar a los violadores sexuales, está realmente -la castración química en Puebla- no es una solución de fondo. Para combatir este delito hace falta algo más que “reducir la libido”, sino mirar a las causas que la originan.

Por diferentes cuestiones, la mayoría de estos delitos ocurren en el seno familiar o escolar. Aunque muchas no son declaradas abiertamente, por miedo a represalias o por miedo a “ser juzgadas”.

Eso sería una de las causas de fondo para etender este tema, mirar a lo que pasa al interior de las familias y lo que pasa en la escuela. Aunque parezca un lugar común, está claro que el problema es la degradación del tejido social, no obstante, ¿cómo atenderlo?

De acuerdo al Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de la República, en el 2021 se registraron 1.7 millones de delitos sexuales, solo fueron recluidas diez mil 807 personas a las cárceles. De acuerdo al instituto, por cada 157 delitos sexuales cometidos en ese año, sólo una persona pisó la cárcel.

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El castigo ejemplar no es vulnerar los derechos humanos, cuestionar el por qué siguen sucediendo estos hechos. ¿Qué pasa en las familias, en las escuelas? ¿Por qué las personas que sufren una violación no hablan? ¿Será la impunidad la que detiene que estos no avancen?

Que se debata y discuta como lo propone el mandatario electo, Armenta Mier, pero también que se ponga sobre la mesa, estos diferentes temas y se llegue a un consenso general.