Recientemente, el Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, comentó sobre la cancelación del evento del Palenque en Culiacán, mencionando que la causa principal fue la música de los corridos. Sin embargo, el silencio sobre los verdaderos factores que desencadenaron este conflicto, como los elevados índices de violencia y las amenazas directas a su familia, plantea un problema aún más profundo. Si la música fue la excusa, ¿qué nos está diciendo esto sobre las industrias culturales que consumen los mexicanos? ¿Por qué se permite que un género musical que glorifica la violencia y el narcotráfico ocupe tal protagonismo?

La cancelación de un evento por su vínculo con un género musical específico abre un debate crucial sobre el papel que juega la industria artística en nuestra sociedad. Los corridos, por ejemplo, son una manifestación cultural de una región, pero lo que se ha producido en las últimas décadas no es solo música, sino una herramienta que, consciente o inconscientemente, alimenta el imaginario colectivo con valores asociados a la violencia, el poder y el crimen organizado. ¿Dónde queda el control de las políticas culturales ante este fenómeno?

Las políticas públicas culturales deberían ser el puente entre las distintas manifestaciones artísticas y la sociedad, promoviendo la diversidad y fomentando aquellas expresiones que construyan una cultura más incluyente, responsable y pacífica. En lugar de permitir que un solo género musical monopolice el mercado, las políticas culturales deberían intervenir para regular las producciones que glorifican la violencia y poner en el centro manifestaciones artísticas que ofrezcan un panorama más amplio, con voces que aborden la complejidad social y cultural de manera reflexiva y crítica.

No se trata de censurar, sino de crear un espacio en el que las industrias culturales puedan coexistir y competir por visibilidad sin que una se imponga sobre las demás. La falta de regulación sobre los contenidos promovidos por las grandes productoras musicales ha permitido que los corridos, entre otros géneros, se conviertan en un reflejo distorsionado de una realidad que no debería celebrarse. La cultura y la música pueden ser una herramienta poderosa para cambiar narrativas, para sensibilizar, para educar. Pero también pueden ser destructivas si no se gestionan con responsabilidad.

Políticas culturales, no pueden ser permisivas

El problema no solo radica en la música misma, sino en la forma en que esta ha sido explotada comercialmente. Las industrias culturales tienen el poder de moldear realidades, de influir en las generaciones y en la manera en que se construyen las identidades colectivas. Al permitir que el narcocorrido, por ejemplo, uno de los subgéneros musicales más escuchados en el país, estamos aceptando que una narrativa que promueve la violencia y el crimen tenga un impacto directo en la forma en que percibimos nuestra sociedad. Las políticas públicas culturales no pueden ser permisivas ante este fenómeno, y es urgente repensar cómo regular las industrias para garantizar que la cultura no sea secuestrada por intereses comerciales que solo buscan maximizar ganancias a costa de los valores más básicos de la convivencia social.

Lo que está en juego es mucho más que el destino de un evento como el Palenque; es la oportunidad de redefinir qué tipo de cultura queremos promover como sociedad. Las políticas públicas deben dejar de ser meros observadores y convertirse en actores clave para garantizar una industria cultural que no solo sea rentable, sino que también sea ética y socialmente responsable. Es hora de que la industria musical y otras expresiones artísticas comprendan el impacto de su consumo masivo y el papel que juegan en la construcción de una sociedad más justa y pacífica.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

Coordinadora de Redes Sociales del portal de noticias Ángulo 7. Exconductora en Radio BUAP y diversos programas de radio digital alternativos, exsubdirectora en Imacp, destacada artivista social y fue...