Edmundo Meza Rodríguez
El pasado 5 de noviembre, la Universidad Iberoamericana Puebla fue escenario de un evento especial dedicado a la cobertura y el análisis de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La convocatoria tuvo una gran acogida, con una participación destacada que se mantuvo constante hasta bien entrada la noche. Este interés era previsible, no solo por lo ajustada que se perfilaba la contienda electoral, sino también por los posibles efectos que el resultado de estos comicios podría tener para México.
Lo más notable del evento fue el ambiente cargado de sensaciones mixtas, que iban desde la curiosidad y la expectación, hasta la incertidumbre y, en algunos momentos, cierta tristeza, especialmente cuando el mapa electoral comenzó a teñirse de rojo “republicano”. Diversos especialistas, tanto nacionales como internacionales, compartieron sus perspectivas durante el evento, y la mayoría coincidió en que, de triunfar el expresidente Donald Trump, las consecuencias para México podrían ser bastante sombrías.
Contrario a muchos pronósticos, Donald Trump asumirá la presidencia el próximo 20 de enero con un respaldo sólido y decisivo. A lo largo de su campaña, se mantuvo firme en sus propuestas sobre migración, economía y seguridad nacional, siempre priorizando los intereses de Estados Unidos, incluso cuando ello significaba poner en segundo plano la cooperación con sus aliados internacionales, incluido México.
Aunque esta campaña, que él mismo ha denominado “América Primero”, guarda similitudes con la de 2016, su discurso ha sido incluso más agresivo. México nuevamente fue blanco repetido de sus ataques, siendo culpabilizado por diversos problemas que enfrenta Estados Unidos. En este contexto, es probable que México se vea nuevamente bajo fuertes presiones y amenazas de sanciones severas si no se alinean con los requerimientos de la próxima administración.
El panorama sombrío y de incertidumbre comenzó a vislumbrarse desde el primer día después de la jornada electoral, señalando el nuevo escenario que se avecinaba. El peso mexicano sufrió una devaluación significativa, mientras que se desataba la especulación sobre el impacto que la nueva administración tendría en las inversiones en el país. En este contexto, destacó la visita de Larry Fink, CEO de BlackRock, uno de los fondos de inversión más poderosos del mundo, a Palacio Nacional.
A pesar del pesimismo que se percibe en la academia, los círculos políticos y, por supuesto, en la sociedad en general, creo que es importante matizar algunos aspectos y reflexionar con calma, buscando destellos de claridad incluso en medio de la oscuridad. Particularmente porque vienen semanas de incertidumbre hasta que Trump tome el cargo, y veamos cuáles son sus primeras acciones que afecten a México
Donald Trump dispondrá de solo cuatro años para concretar sus promesas de campaña, ya que está limitado constitucionalmente para la reelección. Este es un periodo relativamente corto para llevar a cabo todas sus propuestas, por lo que deberá priorizar ciertos temas. Aunque, a diferencia de 2016, ahora cuenta con mayoría en el Congreso y el Senado, esto no garantiza un respaldo absoluto para implementar reformas y acciones de alto nivel. Trump tiene menos tiempo, pero sí más experiencia, para la coordinación de las cámaras y de la burocracia federal. Sin embargo, al igual que en su mandato previo, sus posturas generan fricciones tanto dentro de su propio partido como en la extensa maquinaria gubernamental. Además, a pesar de haber obtenido un fuerte apoyo popular en esta ocasión, la campaña de recaudación de fondos del Partido Demócrata reveló que los grandes fondos de inversión y las empresas transnacionales no brindan un respaldo completo a su gestión.
A raíz de la pandemia de COVID-19 y los conflictos internacionales que se intensificaron durante la administración de Biden, sumado a la renegociación del T-MEC, México continúa siendo uno de los principales mercados de exportación para Estados Unidos. Cualquier medida drástica contra México podría tener repercusiones significativas en la economía estadounidense, actuando como un efecto bumerán. Además, la propuesta de Trump de escalar una guerra comercial con China sumaría presión adicional, ya que las acciones que afecten gravemente a México podrían empeorar la inflación en EE. UU., un tema clave que influyó en el voto a su favor y que representó una de las principales debilidades del gobierno saliente. Sería sumamente difícil, e incluso arriesgado, forzar la desincentivación de la inversión en México y Canadá, y obligar a las empresas estadounidenses a regresar a su país en un plazo de solo cuatro años, lo que podría incluso resultar ventajoso para China.
Por otro lado, el nuevo gobierno mexicano mantiene en su equipo a altos funcionarios clave, como la propia presidenta y el secretario de Economía, quienes cuentan con la experiencia suficiente sobre lo que significa las ríspidas negociaciones con. Al igual que en el pasado, el gobierno debe enfatizar el papel fundamental de México como aliado estratégico de Estados Unidos en el ámbito económico y comercial, lo que le otorga una posición de peso en cualquier juego político que Trump decida emprender en la agenda internacional.
En el futuro cercano, se avecinan días de incertidumbre y tensión, donde podría prevalecer un clima de temor, incluso paranoia, en torno al futuro comercial, migratorio y de seguridad de México. Sin embargo, ya conocemos el estilo de Trump, y aunque estos cuatro años seguramente serán complicados, muchas veces sus declaraciones se quedan en retórica más que en acciones concretas. Por ello, es crucial mantener la calma y prepararse para la tormenta que se avecina, tomando el timón con firmeza, ajustar las velas y avanzar con prudencia, sabiendo que, al final, el mar siempre se calma.
*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.