María Elvia Laija Olmedo Mtra. María Elvia Laija Olmedo

Es difícil encontrar señales esperanzadoras para el futuro a partir de los acontecimientos más recientes en el ámbito internacional. En primer lugar, la confrontación bélica entre Rusia y Ucrania no cesa y aunque en algunos medios ya se plantea la posibilidad de iniciar negociaciones de paz, las noticias siguen dominadas por la descripción de las luchas entre las fuerzas militares. En segundo lugar, y aún más lamentable por el número de víctimas inocentes, está la campaña militar emprendida por Israel contra Palestina. A un año de comenzado este conflicto, no se vislumbra una solución y, en cambio, cada día se generan condiciones para que escale la situación hacia una guerra regional de gran envergadura.

En tercer lugar, se encuentran los innumerables conflictos locales que escapan la mirada de los medios por no estar directamente vinculados con los intereses de los países poderosos en Europa o de Estados Unidos. Aquí nos referimos a la guerra civil en Yemen donde desde hace 10 años los rebeldes hutíes se siguen enfrentando al gobierno, a la guerra en Siria que desde el levantamiento de la Primavera Árabe en 2011 ha acumulado más de medio millón de personas muertas de las cuales se estima 150,000 hayan sido civiles no combatientes y la guerra en la región de Darfur que revive heridas nos sanadas de un viejo conflicto en Sudán.

Sin embargo, en este escenario tan desalentador también hay actores internacionales que siguen trabajando por impulsar y coordinar acciones que mejoren la vida de todas y todos en el planeta. Una de estas acciones se dio en el marco del 79° periodo de sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) realizada del 23 al 27 de septiembre de 2024 durante la cual se presentó el Pacto del Futuro que incluye un Pacto Digital Global y una Declaración sobre las Generaciones Futuras. El documento se enfoca en cinco ejes: desarrollo sostenible; paz y seguridad internacionales; ciencia y tecnología; jóvenes y generaciones futuras y transformación de la gobernanza global.

Para alcanzar este acuerdo promovido por las delegaciones de Alemania y Namibia, se requirieron meses de negociación con el objetivo de incluir las propuestas y puntos de vista de los 193 países miembros de la ONU además representantes de todos los sectores de la sociedad. El resultado son 56 acciones que los gobiernos firmantes se comprometen a poner en marcha. En ellos se busca acelerar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y de los Acuerdos de París de 2015 sobre cambio climático, escuchar a las juventudes e incluirles en los procesos de toma de decisiones, fortalecer las alianzas entre la sociedad civil y el sector privado con los gobiernos, redoblar los esfuerzos para crear sociedades más justas y con ello ir erradicando las causas estructurales de los conflictos y ahí donde existen guerras, asegurar la protección de la población civil. Se hace especial énfasis en el compromiso a favor de las mujeres, la paz y la seguridad.

Es de destacar que, a estos compromisos, se suma el primer esfuerzo global por diseñar la gobernanza de datos, dando prioridad a las acciones para ampliar la inclusión digital, así como a la regulación de la inteligencia artificial.

El Pacto por el Futuro se conecta con otro tema fundamental que ha estado impulsando desde su llegada el actual secretario general, Antonio Guterres y es la reforma a la estructura de la ONU para hacerla más democrática. Y precisamente fue en este sentido como se pronunció la entonces secretaria de relaciones exteriores Alicia Bárcena quien estableció que México está a favor de la reforma del Consejo de Seguridad y propone la eliminación del veto en su totalidad para hacer de este un organismo más efectivo frente a casos de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra.

La actuación de México también fue destacable al impedir que una propuesta de adición promovida por Rusia y algunos de sus aliados, fuera incluida en el texto ya que esta enmienda buscaba limitar el alcance de los compromisos que asumen los países firmantes del Pacto. México se sumó a la propuesta de los 54 países africanos representados por la República de Congo para rechazar tal enmienda por lo que, la adopción del Pacto se concretó en la resolución 79/1 de la Asamblea General de la ONU.

El ejercicio de negociación intergubernamental que dio como resultado el Pacto por el Futuro es una luz en un escenario internacional sombrío como el que estamos viviendo en 2024. Los retos presentes y futuros difícilmente podrán resolverse de manera individual por los países, pero este acuerdo global renueva las esperanzas en los esfuerzos del multilateralismo para construir un mundo más justo e incluyente.

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