Toco el turno a los ámbitos de Literatura y Química recibir el Premio Nobel. En el ámbito literario el ganador es el noruego Jon Fosse por su obra de dramaturgia y narrativa en la que plasma situaciones cotidianas en aparente irresolución.
En cambio, el pasado miércoles, en el ámbito de la Química, los premiados fueron la terna Moungi G. Bawendi, Luis E. Brus y Alexéi I. Ekimov por el “descubrimiento y síntesis de puntos cuánticos.
Las aportaciones literarias de Jon Fosse son la novela Mañana y Tarde, parecido al libro de Carlos Fuentes Un Lejana Familia: nace un niño que se llama Johannes. Muere un anciano de nombre Johannes. Entre estos dos puntos, Fosse nos detalla la alternancia de toda una vida, comenzado con los pensamientos del padre de Johannes cuando su esposa se pone de parto, y terminando con los pensamientos de Johannes (adulto) cuando se embarca en un día de su vida en el que todo es exactamente igual, pero totalmente diferente.
Otra obra de las más emblemáticas es “Un nuevo hombre”: Asle, la protagonista se enfrenta a la muerte de su alter ego y mientras mira las olas, revive su amor con Ales, cómo se conocieron, cómo se unieron sin pensarlo, cómo llegó el fin. En ese trance, reflexiona sobre la y su actitud frente a ella.
En el caso de Química, el descubrimiento de puntos cuánticos permite el desarrollo emisores de luz LED funcional para la creación pantallas planas o lámparas, sin embargo, también beneficia a la medicina al ayudar a observar los vasos sanguíneos de los tumores.
Los puntos cuánticos tienen dimensiones micro, pues alcanzan la millonésima parte de un milímetro, determinando el color de la luz que emiten cuando se exponen a la electricidad. Las partículas más pequeñas emiten luz de color azul, mientras que las de mayor tamaño e intermedias presentan tonalidades rojas y amarillas, respectivamente.
Aunado a ello, tienen la capacidad de confinar electrones lo que facilita su estudio .
