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A pesar de ser una fuerza hegemónica a nivel nacional y en la mayoría de los estados de la federación, Morena y sus aliados navegan en un mar de aguas procelosas. Las decisiones que ha tomado el Instituto Nacional Electoral busca hacer de la justa demanda de paridad de género un mecanismo para crear problemas internos. Ha pretendido agregar a la paridad, la alternancia que obligaría a los partidos a decidir por mujeres si en la elección pasada su decisión fue por hombres y viceversa.  Desde una desventaja electoral, la derecha hace uso de las trincheras que tiene en el Estado para agregar dificultadas al proceso de selección de las futuras candidaturas. Un síntoma de ello es el retraso hasta el 10 de noviembre para anunciar quiénes ocuparán las Coordinaciones de los Comités de Defensa de la 4T

Ciertamente, la derecha se encuentra en una situación que también llama a la preocupación. Con magras intenciones de voto a nivel nacional, la alianza entre el PRI y el PAN (el PRD es cada vez más irrelevante) enfrenta problemas por el hecho de que el primero cada vez más se convierte  en un peso muerto. Otrora hegemónico, las percepciones negativas con respecto al PRI van más allá del 50% y ese lastre amenaza con arrastrar a un PAN que tampoco está en su mejor momento. Un síntoma de esta situación es el hecho de que Movimiento Ciudadano tiene pocos deseos de unirse a todos estos partidos en una alianza unitaria que enfrentara la hegemonía de Morena y sus aliados.

Morena enfrenta desafíos muy grandes en la medida en que se ha planteado una ambiciosa meta para el proceso electoral de 2024. Obtener la mayoría calificada implica un despliegue de fuerzas muy grande, un animo unitario sólido y una política de alianzas sumamente amplia y flexible. Y estos tres hechos no necesariamente son fáciles de conseguir al mismo tiempo. La política de amplias sumamente amplia y flexible implica aceptar en las filas de la 4T a integrantes del PRI y PAN que pueden traer dinero y maquinarias electorales, pero también una historia irritante de vinculación con los intereses políticos más deleznables para la amplia mayoría de la militancia de Morena. El Comité Ejecutivo Nacional está tratando de contener la irritación que provoca la marea de tránsfugas prianistas hacia Morena planteando que no podrán ser candidatos en 2024 quienes hayan sido candidatos por otras fuerzas políticas en las elecciones de 2021.

El Plan C implica atender las urgencias que aparecen para lograr la marea electoral que sería necesaria para obtener la mayoría calificada, pero al mismo tiempo mantener los principios necesarios para evitar que se den rupturas. Estas rupturas se agregarían a las que se pueden dar si las decisiones que se anunciaran el viernes 10 de noviembre dejan insatisfacciones grandes. El alejamiento de Marcelo Ebrard podría ser el preámbulo de grietas y desprendimientos que provocarían indisciplinamientos de candidatos varones y con buenos resultados en las encuestas, pero que no transitarían a una candidatura por cuestiones de paridad de género. O bien por nombramientos de candidatos que pueden tener buenos números en las encuestas, pero que han generado una amplia irritación en las filas de Morena como Omar García Harfuch.

La unidad de Morena y sus aliados tiene que superar estos hechos para lograr el objetivo mayúsculo que se ha planteado. Pero también existe otra pista unitaria que es necesario mantener: la de todos los sectores de Morena que consideran que la profundización de la 4T implica que hombres y mujeres apegadas a los principios que hicieron nacer al partido no vuelvan a ser relegados en aras del Plan C. Quienes así piensan no conforman un bloque homogéneo porque también traen una historia de diferencias y desencuentros. Por ello no es menor que diferentes sectores de Morena en Puebla hayan decidido convocar el próximo 4 de noviembre a una “Convención Estatal Obradorista y del Movimiento de Transformación en Puebla”.

Objetivos de dicho evento serán definir el papel del obradorismo y los partidarios de la 4T en la profundización de esta, diseñar un plan de acción que garantice la participación “activa y representativa” de estos sectores de manera tal que se evite su “marginación o exclusión” y elaborar una agenda progresista que haga realidad a la 4T en la entidad. Finalmente, el evento se propondría llegar a acuerdos organizativos y de coordinación para que estos sectores fortalezcan “su presencia y acción colectiva”. El evento se realizará en el local del Sindicato de Telefonistas (Boulevard 5 de Mayo 1103) a partir de las 10.30 horas. 

El Plan C tiene urgencias, una de ellas es lograr la fuerza electoral para a su vez lograr la reforma judicial. Pero el Plan C también tiene que apegarse a principios para que los triunfos no sean inocuos. Nuevamente será fundamental el equilibrio entre principios y pragmatismos.

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