Por:Irvin Alejandro Córdova
En alguna ocasión has escuchado: “en mis tiempos los jóvenes no eran así”; o, “¿Por qué los jóvenes de ahora no quieren hacer nada? Sólo estar en el celular”. Ideas que denotan una renuncia a la responsabilidad social, como si los jóvenes fueran producto de una formación externa, olvidando que su educación inicial está relacionada con la familia y con el papel que juegan los padres en su formación desde niños.
La manera en que la cotidianidad influye en los hábitos de los padres está vinculada con la sociedad y la percepción que se tiene de ella. La reproducción o construcción de la sociedad se activa en el significado que le den a su realidad y como se apropian de ella y la reformulan. La sociedad y el individuo se autogeneran, es decir, la forma en que los padres realizan sus actividades cotidianas incide en como los niños se construyen. Así, una realidad basada en el consumismo e individualismo con brechas económicas, dan como resultado una sociedad excluyente y con desigualdades sociales.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, en México habitan 37.8 millones de personas de 12 a 29 años. 35.5 millones de jóvenes utilizan Internet, de los cuales 33.9 millones interactúan en redes sociales, esto sin contar a los padres mayores de 30 años que comienzan a dar el celular a los niños para mirar videos con tal de que “estén tranquilos”, mientras ellos realizan otras actividades.
Situación que no sería problema si los padres se involucraran, dada la cantidad de información y desinformación que adquieren los niños (muchas veces sin restricción y en ocasiones sin orientación). Mientras tanto, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Eneigh) 2022 informa que el ingreso promedio mensual de las familias mexicanas, por trabajo, asciende a $9,221.66.
Para grupos de edad de 20 a 29 años el promedio es de $7,393.00. Los datos evidencian el contraste con el consumo, el gasto corriente monetario mensual de la familia mexicana al mes de
$13,321.00, por lo que se infiere que los jóvenes que son padres viven endeudados, con empleos mal pagados y limitados económicamente para adquirir bienes mayores a los de primera necesidad.
De acuerdo con las posibilidades económicas los padres realizan consumos sociales y construyen patrones que repercuten en la formación de los niños. Asimismo, los padres de edad de 20 a 29 años son el producto de un sistema económico liberal basado en el consumo, que reproduce sus hábitos en los niños del ahora, quienes reciben el impacto directo de la economía en sus entornos escolares, por eso es tan común encontrarnos con niños con estrés, justificando acciones de violencia y teniendo como expectativas ser youtubers o hasta narcotraficantes.
Resulta alarmante el contexto social actual en el que se forman a los niños, no obstante, la consciencia y las emociones nos llevan a entender que la base del desarrollo de un niño es: el amor. Mientras los padres entiendan que un niño no recordará la ropa de marca o el videojuego de moda, sino el cariño que recibió, el tiempo de calidad y el sentirse amado, se puede abonar a la construcción de un mejor México. Todo esto es algo que, pese a la economía, cualquier ser humano pueda dar.
Los estilos de crianza han cambiado en las últimas décadas; sin embargo, la fórmula, participar e involucrarse de manera activa por parte de ambos con los hijos, sigue siendo la mejor dosis para el desarrollo de éstos y la construcción de una sociedad menos desigual.
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