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La estrategia de las derechas en América Latina para frenar el avance de las fuerzas progresistas tiene dos elementos de desgaste y una estocada final. Los elementos de desgaste son la guerra mediática (linchamiento moral mediático) y la guerra judicial (llamada también Lawfare). La estocada final es el golpe de Estado, el cual ha dejado de ser el clásico golpe militar, aunque es un recurso que también se usa como lo demostró el derrocamiento de Evo Morales en Bolivia en 2019.

El neogolpe o neogolpismo es llamado también “golpe blando” o “golpe constitucional” porque se usa al poder judicial y al legislativo para derrocar presidentes.  Lo hemos podido ver en varios hechos en la región:  José Manuel Zelaya en Honduras (2009); Fernando Lugo en Paraguay (2012); Dilma Rousseff Brasil (2016); Evo Morales en Bolivia (2019), además de las intentonas contra Chávez en 2002; contra el propio Evo Morales en 2008; contra Correa en 2010. Hoy en Guatemala se está intentado un golpe de estado constitucional para evitar que el candidato progresista Bernardo Arévalo asuma la presidencia el próximo 14 de enero.

Lo que está sucediendo en Nuevo León tiene una importancia trascendental para la vida política en México, porque es una suerte de tentativa de golpe de Estado a nivel estadual. Los golpes de Estado son provocados por el descontento generalmente reaccionario ante medidas reformistas o revolucionarias de un gobierno determinado como sucedió en todos los casos anteriormente apuntados. También esto puede verse complementado con errores propios de conducción de los gobiernos que son derrocados, esto fue lo que sucedió con Evo Morales en 2019 y su empecinamiento en ser reelegido. En Nuevo León, la tentativa de golpe de Estado radica básicamente en que la derecha prianista está aprovechando los errores de Samuel García en su tentativa de ser candidato presidencial.

En primer lugar, Samuel García incumplió su palabra de no abandonar el cargo de gobernador para buscar otros puestos de elección popular. Habiendo asumido el cargo en octubre de 2021, a mediados de 2023 empezó a sopesar la idea de pedir licencia para ser candidato presidencial por Movimiento Ciudadano. Esto resulta legítimo de no ser porque traiciona la palabra empeñada. Pero también García y Movimiento Ciudadano, cometieron el error de emprender esa aventura sabiendo que tenía al congreso local en contra por lo que ha sucedido resultaba predecible. Aventurerismo es emprender acciones cuyo destino es profundamente incierto por las condiciones en las que dichas acciones se emprenden. Esto es lo que ha hecho Samuel García.

La derecha prianista ha aprovechado el aventurerismo de García para buscar imponer un gobernador interino que no sea salido de las filas del partido que resultó ganador en la contienda electoral de 2021. Esto quiere decir que PRI y PAN  buscan a través del neogolpismo imponer un gobernador que es afecto a los partidos derechistas que resultaron derrotados aquel año. Además, la persona que quieren imponer es el ex vice fiscal de Nuevo León, Luis Enrique Orozco, quien resulta ser un personaje polémico por su actuación judicial como se le ha imputado en el caso del feminicidio de la joven Debanhi Escobar Bazaldúa.

Como siempre sucede con el neogolpismo, la intentona se ha visto acompañada de la guerra mediática emprendida por los grandes medios de comunicación. Samuel García ha sido convertido en el recipendiario de los peores epítetos de dichos medios de comunicación y a través de las redes sociales.

Como siempre sucede en el neogolpismo, el poder legislativo (en este caso el de Nuevo León) y el poder judicial (Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación) ya están confabulados para sacar del gobierno de Nuevo León a Samuel García, por lo menos por seis meses. En ese periodo la derecha prianista buscará crear una correlación de fuerzas favorable a sus intereses en el interior del gobierno. Y quién sabe, de repente hasta encuentra la manera de quedarse todo el sexenio con un gobierno que no ganó en las urnas.

La tentativa de derrocar a Samuel García no es el resultado de encabezar un gobierno progresista. Movimiento Ciudadano y Samuel García en lo particular, han mostrado que su talante es ser una variante de la derecha neoliberal. Lo que motiva el encono de la derecha prianista es el hecho de que una eventual candidatura de Samuel García, figura atractiva y con buen manejo de las redes sociales a través de su esposa y aliada, puede ser una opción que restaría votos a Xóchitl Gálvez.  Y lo más importante, a los candidato/as a senadurías y diputaciones, escenario estratégico para una derecha que ha perdido las esperanzas de ser la triunfadora en las presidenciales de 2024.

Lo que sucede en Nuevo León, es un aviso de lo que sucedería a nivel nacional si la 4T no tuviera la mayoría en el Congreso de la Unión. Lo que sucede en Nuevo León evidencia que la derecha neoliberal mexicana, no solamente la derecha neofascista, estaría dispuesta a emprender acciones golpistas a nivel nacional si la correlación de fuerzas se lo permitiera o si la 4T cometiera errores que crearan la ventana de oportunidades para hacerlo. He aquí la importancia nacional de lo que estamos observando en Nuevo León.

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