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La promoción de la candidatura de la candidata opositora Xóchitl sigue sin encontrar una unidad orgánica entre sus promotores: el fin de semana se pudo percibir que Gálvez Ruiz no ha podido configurar una verdadera campaña electoral y se ha dedicado a declaraciones en medios sin ningún orden ni sentido, y que Xóchitl sigue sin tener un equipo de los grupos partidistas promotores y se encuentra en algo que pudiera considerarse una no-campaña.

La candidatura opositora –dividida entre Xóchitl y Gálvez Ruiz como dos figuras separadas– fue producto de un acuerdo entre las dirigencias del PAN, del PRI y los rescoldos del PRD, como parte de un compromiso previo:  el PRI peleó las candidaturas a gobernadores en el Estado de México y Coahuila, a cambio de cederle al PAN la candidatura presidencial y la del Gobierno de Ciudad de México.

En este contexto, el pacto de reparto de candidaturas entre PAN y el PRI no fue producto del mecanismo conocido como gobiernos de coalición, sino de un entendimiento entre los gestores de los partidos, además de que el PRI estuvo a punto de echarse para atrás en el compromiso para poner como candidata a Beatriz Paredes Rangel, pero al final la edad y la salud no pudieron revertir el pacto verbal.

Xóchitl es candidata de la popularidad en un sector importante pero minoritario de la clase media antipopulista, aunque sin que existan capacidades organizativas de movilización política para una campaña presidencial y con una agenda muy limitada de repudio ante todo lo que significa López Obrador; Gálvez Ruiz, en cambio, ha querido construirse también como una figura de confrontación personal contra López Obrador, pero evidenciando la inexistencia de estructuras operativas territoriales de los partidos, quienes demostraron su configuración elitista con todas las derrotas en las urnas que han tenido ante Morena en este sexenio.

Y si a ello se agregan sensibilidades no resueltas ni atendidas sino puyas que regocijan en los medios en sus coberturas superficiales de la coyuntura, entonces las dos candidaturas opositoras –la de Xóchitl y la de Gálvez Ruiz— se pierden en la inmensidad mediática de la República.

Hace dos semanas la candidata Xóchitl tardó en reaccionar ante lo que dijo que fue un lapsus al afirmar que nunca contrataría a políticos negativos como Alejandro Moreno Cárdenas, nada menos que presidente del PRI que promueve su candidatura, luego se desdijo y al final los dos aparecieron para mostrar que el que ocurrió no había existido, pero legitimando el incidente a través del peor mecanismo político de la política: la negación como afirmación.

El pasado fin de semana ocurrió otro incidente con una declaración dada a Milenio por Moreno Cárdenas –es decir: exclusiva sólo a un periódico– en el sentido de que la campaña de Gálvez Ruiz estaba en un ajuste y en impasse y aceptó que todavía no había ha habido un “acercamiento con las estructuras y militantes de los partidos del frente”; la lectura política en todos los demás medios fue en el sentido de que la candidatura opositora carecía de unidad.

El sábado, la candidata Xóchitl respondió desde Aguascalientes en una gira que no tuvo organización partidista, negó los dichos del priísta Moreno Cárdenas y afirmó, con seriedad en el rostro: “no caí en un impasse”, aunque de inmediato se justificó diciendo que su candidatura carece de los fondos económicos partidistas necesarios para la promoción, lo cual mostró otro de los puntos de desacuerdo entre la candidata opositora y sus partidos promotores: las organizaciones partidistas no han soltado dinero para la promoción de la campaña presidencial y los tres parecen estar más preocupados por otro destino de sus fondos de campaña: primero a los aspirantes a cargos en las dos cámaras federales, después a un par de gubernaturas con posibilidades de triunfo y al final, a la cola, a la campaña presidencial de una candidata que por cierto ya fue copada por el PAN.

Sólo por no dejar, la candidata Xóchitl mandó otra puya al definir el carácter de sus relaciones con el presidente del PRI con una explicación que dejó más preocupaciones de la falta de entendimiento entre los dos: “mi relación es buena, es frontal, es clara, es directa, y yo la veo hacia adelante, no tengo ningún mensaje que me diga que no tenemos una buena relación”, demasiadas palabras para explicar lo que los medios ya racionalizaron como desentendimiento.

 

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Política para dummiesla política, casi siempre, se juzga por lo que se ve, no por lo que dicen que es y que al final en realidad no es.

 

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Periodista desde 1972, Mtro. en Ciencias Políticas (BUAP), autor de la columna “Indicador Político” desde 1990. Director de la Revista Indicador Político. Ha sido profesor universitario y coordinador...