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La historia reciente de la política mexicana ha dejado la idea de que los “grupos” formados con disciplina, unidad y liderazgo, pueden tomar el poder independientemente del partido político.

En tiempos de Luis Echeverría mucho se habló de la formación de nuevos cuadros de políticos que le permitieran al “grupo” retener el poder, por eso Mario Moya Palencia no tuvo cabida; con López Portillo pasó lo mismo, sus compañeros de la facultad fueron el “grupo” desde donde se lanzó la precandidatura de Miguel de la Madrid, quien no pudo controlar la sucesión a su antojo; figuras como Emilio Gamboa entre otros fueron claves en la penetración del grupo de Carlos Salinas de Gortari para impedir la llegada de Manuel Bartlett o de Ramón Aguirre a la silla presidencial.

En esos tiempos aparecieron varios reportajes sobre cómo se había formado el grupo de Carlos Salinas de Gortari desde tiempos universitarios con personajes como Manuel Camacho Solís, José Francisco Ruiz Massieu y la adquisición de José Córdoba Montoya como el gran operador.

Esa forma de hacer política fue bautizada en su tiempo como “Los Chicos de Harvard” por su afinidad al haber transitado por las aulas de esa universidad. Muchos políticos quisieron seguir el ejemplo, formar “grupos” al interior de los partidos políticos, no todos tuvieron el mismo éxito.

Y por supuesto en la “aldea poblana” sucedió lo mismo, se armaron grupos para respaldar a tal o cual candidato a fin de infiltrarse y organizarse desde el poder para llegar a Palacio de Gobierno, así se decía antes de la existencia de Casa Aguayo.

Un ejemplo de eso fue Mario Marín, que armó el grupo y luego lo dejó en terceras manos con la historia que todos conocen; uno más, exitoso por un tiempo fue el de Moreno Valle, entre sus militantes se llamaban a sí mismos “Los Chicos de Finanzas” y tenían entre sus preferencias la moda de usar trajes negros y corbatas Hermés.

El propio Rafael daba la bendición para los nuevos miembros del “grupo” y hacía llamar al iniciado y obsequiado con una cajita de la casa parisina, dentro estaba la corbata, el regalo iba acompañado de una frase corta y una sonrisa “ya eres del grupo”.

Muchas anécdotas podrían contarse.

Pero hubo otras formas de hacer política también exitosas, la conformación de los “inversionistas”, la idea casi surgió de la mano de la frase atribuida a Carlos Hank González “Un político pobre es un pobre político”. Muchos líderes y operadores sabían de maniobras pero no de negocios, entonces surgieron esos grupos de inversionistas.

Famosos fueron los casos, en la aldea poblana, de las cenas de “pase de charola”, encabezadas por un prominente textilero, un constructor, inmobiliario o heredero, que sentaba a la mesa a varios interesados en patrocinar al precandidato fulano de tal. Estos inversionistas le apostaban a varios aspirantes a fin de no quedar mal con nadie y garantizar la recuperación de su inversión con el ganador.

La costumbre se acuñó, los políticos lo sabían y los “inversionistas” también, de esa forma para nadie es un secreto “apostarle a varios aspirantes”.

A últimas fechas, ante la aparición de dos o tres aspirantes con posibilidades para gobernar Puebla, los “inversionistas”, empiezan a juntar dinero para entregarlo a los personajes.

Y en el golf se dan muchos tips de cómo, cuándo y dónde, acuden los interesados a ofrecer sus donativos. Cuentan los “cargadores de los palos” de la formación de las “vaquitas”, así les dicen, entre socios de negocios comunes y cada uno pone lo que le toque, el objetivo es entregar la misma cantidad a los aspirantes, el que gane la candidatura regresará el dinero con creces en contratos, obras, compras, etcétera, y quien pierda no le debe nada a los “inversionistas”.

Es de entenderse que esta práctica pasa por la contabilidad, cuánto le metemos, 100, 200, 300, 400 millones… divididos en dos o tres aspirantes, y seis años para recuperar la inversión.

Por cierto las “vaquitas” han tenido más éxito en los últimos tiempos, y curiosamente entre los apostadores poco figuran las posibilidades de aportar algo al candidato de la alianza PAN-PRI-PRD y es que entre ellos mismos se preguntan algo que debería preocupar a los promotores de los acuerdos: “¿con quién nos puede ir mejor con uno malo por conocido o con el bueno por conocer?”

Más que el Plan B del INE, más que la Reforma Electoral, la política aldeana está pasando por los negocios y en el PRI local hay verdaderos expertos AAA.

O por lo menos, así me lo parece.

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Video: https://youtu.be/w7eMXvmZ1YQ

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