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Actitudes de Ebrard dejan manos libres a AMLO para tomar pronunciar la última palabra, “divide et impera” tiene vigencia

Por Jesús Manuel Hernández

Uno de los sexenios más anecdóticos de Puebla ha sido quizá el de Mariano Piña Olaya, posiblemente por su sentido del humor, irónico, un tanto burlón y buscando siempre el reflector ante cualquier escenario.

En la sucesión de Jiménez Morales hubo varios contendientes, Alfonso Zegbe, Jorge Murad, Ángel Aceves, Marco Antonio Rojas, entre otros, los medios de comunicación se decantaron por Aceves ante la muerte del profesor Murad, Piña Olaya era totalmente ajeno a la sociedad poblana.

Pero el elegido fue Mariano quien en sus primeras presentaciones con los directores de medios saludaba con una frase coloquial ”Ganamos Enrique!”, decía por ejemplo.

Llegado el momento de elegir candidato a Presidente Municipal, Mariano se decantó siempre por Marco Antonio Rojas, pero la sociedad poblana, incluidos los dueños de los medios de comunicación se pronunciaron por Guillermo Pacheco Pulido.

Cuentan quienes lo escucharon que Mariano recibió a Marco Antonio y le dijo “Perdimos Marco, pero la siguiente es nuestra”. Y así fue.

Ahora bien el caso de Marcelo Ebrard bien puede verse en este contexto atribuido a Julio César quien habría dicho “Divide et impera” o “Divide et Vinces”, cuya traducción pasa por: Divide y gobierna, divide y domina, divide y vencerás…

Y pareciera que el presidente López Obrador no sería tan ajeno al comportamiento de Marcelo Ebrard pues en el fondo su actitud le beneficia para mantener el control, el poder de la sucesión y la oportunidad de pronunciar las últimas palabras.

Para nadie es desconocido que Claudia Sheinbaum ha sido vista como la alumna favorita, la ideal para manejar la herencia de la 4T y la más fiel al pensamiento de López Obrador, de ahí su gran aceptación en todo el país.

Marcelo Ebrard lleva 24 años con AMLO, ha sido leal cuidador de las normas y los procesos que hicieron posible hacer crecer la estructura de MORENA y uno de los elegidos para figurar en la lista de aspirantes.

Ebrard, fue el cerebro de Manuel Camacho en la sucesión de Salinas, sabe muchas cosas, conoce los mecanismos, entiende del uso y ejercicio del poder.

Ebrard fue el primero en renunciar al gabinete, el primero en invitar a las otras corcholatas a debatir, el primero en invitar a Xóchitl a un debate personal.

También fue el primero en mostrar los dientes cuando el registro de las corcholatas, que desató el enojo de Sheinbaum.

Y el primero en pedir públicamente “piso parejo”; y ahora es el primero en denunciar las malas prácticas al interior de los grupos de MORENA, lo que para algunos complica la sucesión o acerca al movimiento a una ruptura.

Pero Marcelo insiste en las entrevistas posteriores a la denuncia que su posición no es en contra del presidente, es para cuestionar al movimiento y sus dirigentes, es decir a Mario Delgado, a Durazo y Citlali Hernández, aparentemente protectores del desvío de recursos y el acarreo.

Visto el escenario así, el Presidente López Obrador tendrá una encrucijada interesante de resolver, dividir el gran problema en pequeños problemas para darles pequeñas soluciones que al fin al cabo tendrá la última palabra.

Imaginemos el escenario: Aparecen los resultados de las encuestas, López Obrador recibe a los contendientes en su despacho de Palacio Nacional, a uno o una, le dirá “ganamos” a los demás “perdimos pero hay otros caminos”.

Finalmente la última palabra la sigue teniendo el presidente.

O por lo menos, así me lo parece.

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Video: https://youtu.be/T03vZImHjpA

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