Beatriz Paredes Rangel, aspirante priista a la candidatura del Frente Amplio conservador, está demostrando que el viejo priismo sobreviviente sigue fuerte no sólo al interior del PRI, sino en el ánimo de muchos mexicanos.
Para venderse como candidata confiable de la derecha prianredista, la veterana política priista hizo una machincuepa de alto grado de dificultad: se fue a hincar ante el Grupo Monterrey sacando del archivo el caso del asesinato del empresario Eugenio Garza Sada en septiembre de 1973, durante un frustrado intento de secuestro por parte de la ultra radical Liga Comunista 23 de Septiembre.
Con uno de sus muchos huipiles progresistas guardados en su armario para casos de emergencia, Paredes repitió en una reunión en Monterrey una parte del discurso del empresario Ricardo Margain Zozaya, lleno de tonos y recriminaciones fascistoides y exigente de la represión contra los grupos guerrilleros, el día del sepelio y ante la presencia física del presidente Echeverría, y lo leyó más como una forma de someterse al dictado ideológico de la ultraderecha regiomontana que representa el Grupo Monterrey.
Al abrir la puerta del caso Garza Sada, Paredes debió de haber supuesto alguna exigencia estricta contra el actual presidente del PRD que forma parte del Frente Amplio, Jesús Zambrano, quien en 1973 formaba parte activa de la guerrilla violenta de la Liga y por lo tanto debió de haber tenido alguna participación por comisión o por omisión en el intento de secuestro del magnate del poder empresarial. Hoy, Zambrano participa –en otra machincuepa muy de la izquierda radical marxista– del bloque de la ultraderecha que está promoviendo la candidatura del Frente Amplio, en un momento político en el que el PRD abandonó cualquier resquicio de la izquierda y está refugiado ya en el más radical de los neoliberalismos posalinistas.
Paredes había navegado con la bandera del viejo progresismo populista del PRI alemanista y se había formado una carrera al amparo de los populistas Echeverría y López Portillo, aunque en el fondo siempre fue una burócrata que avaló de manera consciente toda la contrarrevolución neoliberal constitucional de los gobiernos de Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari.
La postración de la biografía política de Paredes ante el Grupo Monterrey a través de uno de los discursos más fascistoides de la derecha empresarial mostró solamente el lado de la ambición personal de la política tlaxcalteca que ha deambulado en las catacumbas ideológicas del PRI, pero siempre dispuesta a servir a cualquier patrón político o empresarial.
Paredes estaría representando la última oportunidad del viejo priismo populista que utilizó sin rubor el neoliberalismo salinista para destruir el proyecto del nacionalismo revolucionario del PRI, pero con una participación en la coalición opositora neoconservadora que estaría representando, con el viejo discurso tramposo del PRI populista, la restauración del proyecto nacional neoliberal del salinismo que el gobierno del presidente López Obrador ha destruido en su fundamento ideológico, aunque continuado en su viabilidad macroeconómica.
En lugar de darle mayor confianza y tendencias de votos a su candidatura, la postración de Paredes ante el grupo Monterrey sólo mostró a una política al viejo estilo que estaría vendiendo lo que el PRI ya remató en el pasado: una figura y discurso de corte populista para seguir instrumentando el proyecto neoliberal salinista en cuanto a la entrega del modelo productivo a los empresarios nacionales y sobre todo a las necesidades de las economías de Estados Unidos y Canadá, aunque con la coartada demagógica de programas asistencialistas pronasoleros que sustituyeron de manera precaria la verdadera política social del PRI hasta López Portillo.
El posicionamiento de Paredes en las tendencias de votos dentro del Frente Amplio conservador estaría sólo acarreando votos sociales con demagogia populista para el verdadero proyecto económico neoliberal que están diseñando el empresario Claudio X. González, el economista salinista-zedillista José Angel Gurría Treviño y el artífice del Tratado 2.0 Ildefonso Guajardo.
Con su postración ante el poder empresarial del grupo Monterrey, Paredes se ofertó como la garante de los intereses del gran capital y completó la fórmula con Xóchitl como representante de los intereses de empresarios medios y bajos.
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Política para dummies: La política es economía diamantina.
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