Editorial Ángulo 7
En este espacio vertirmos la opinión de nuestro medio, siempre con una visión contructiva Credito: Elaboración propia

Este viernes se darán a conocer a quienes encabecen la coordinación estatal de los nueve estados en dónde elegirá gobernador en 2024. Ha sido una contienda muy ríspida dado la competitividad de todos los perfiles participantes, por lo que se buscó implementar estrategias para garantizar unidad.

Este proceso se da en un marco extraordinario, en el que el partido Morena ha sufrido dos desaciertos: la primera, es la elección para gobernador en Coahuila, en dónde el candidato del Partido del Trabajo, Ricardo Mejía Berdeja, rompió con Morena tras no haber ganado la encuesta. Ello derivó en que Armando Guadiana, candidato de Morena, fuera “solo”, facilitando el triunfo del PRIANRD.

El segundo desacierto, es el caso de Marcelo Ebrard, que si bien no ha roto con el partido, ha traído una serie de desencuentros comparándolo con “el viejo PRI”, de “autoritario”, etc, etc. Lo anterior, se da bajo la misma lógica: no resulta ganador de las encuestas, comienza a señalar fraude, trata de impugnar el proceso, sin embargo, lo que hace realmente es entorpecerlo porqué, como diría el presidente, “lo que no mancha, tizna”.

Por lo anterior, la dirigencia nacional del partido ha implementado una estrategia que garantizará un lugar en la defensa transformación para los mejores perfiles de cada entidad. Una vez que se sepa quién buscará la gubernatura de cada estado, los mejores perfiles que queden fuera, es decir, todos los segundos lugares, se integrarán a la lucha por la transformación, pero ahora buscando encabezarla desde el Senado de la República.

De funcionarle este nuevo ejercicio, el movimiento de regeneración no sólo saldrá fortalecido, sino que también servirá de ejemplo para que en las demás definiciones de candidaturas se priorice el proyecto, por encima del interés individual.

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