El pasado domingo dieron inicio las precampañas electorales para la gubernatura de tres de nueve estados que tendrán cambie en el ejecutivo estatal (Ciudad de México, Jalisco y Yúcatán), con ello, también se inició formalmente el período electoral de cara al 2024.
Sin embargo, y ante la consigna de buscar el “perfil” mejor posicionado y que garantice el “6 de 6” en las elecciones, creemos pertinente que reiterar el reto que el presidente Andrés Manuel López Obrador plantea constantemente: no se baje la guardia y se caiga en reproducir o mantener las prácticas del partido que gobernó muchos años nuestro país, el PRI.
El próximo 10 de noviembre sabremos quién encabezará la coordinación estatal del partido Morena en Puebla, Ciudad de México, Jalisco, Yucatán, Veracruz, Chiapas, Guanajuato y Morelos. Ellos, la o el coordinador estatal será el encargado de construir la estructura de defensa del voto y de convencimiento.
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Por ahí inicia el reto. Venimos de un legado en donde el Revolucionario Institucional operaba de magnifica para mantenerse el poder: compraba votos, manipulaba urnas y padrones electorales, robaba boletas, repartía electrodomésticos y despensas, adquiría credenciales. Lo anterior derivó en fraude y evitó que el actual presidente tomará posesión en dos ocasiones: 2006 y 2012.
Los coordinadores deben tener mucho cuidado en no caer en la tentación del “viejo régimen” y mejor dedicarse a realizar mucho trabajo de campo, platicar más con el pueblo, convencerlos del proyecto; además de no ponerse al servicio de unos cuantos.
No obstante, el trabajo tiene que ser integro, tiene que tomarse en cuenta a todas las opciones para los demás cargos (diputaciones locales plurinominales y regidurías), sin embargo, debe priorizarse a quién ha trabajado en los municipios y ha buscado fortalecer la transformación desde abajo. De lo contrario, y si se cae en el “amiguismo” (otra práctica priísta), mermará muchísimo en la continuidad del proyecto.
