Círculo de Escritores Ibero Puebla
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Por: Mtra. Estefanía Arreguín Zárate

Mucho podríamos decir sobre los eventos, las marchas, los paros activos y demás formas en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Pero es también muy necesario hacer una pausa y voltear la mirada a esta realidad que converge día a día en México; son tiempos convulsos, de mucha desigualdad y sobre todo tiempos muy violentos.

El 8 de marzo, se recuerda a 140 mujeres que murieron calcinadas en Nueva York mientras luchaban porque sus derechos laborales fueran no solamente protegidos, sino respetados y valorados; pero también, se evoca a todas esas mujeres que diariamente son discriminadas, invisibilizadas, o peor aún, violentadas.

Aquellas mujeres que lucharon por sus derechos eran en su gran mayoría trabajadoras obreras que carecían de recursos no solamente económicos sino de protección en su entorno familiar. Sin embargo, muchas décadas después, las historias aún se repiten día a día, y si es una de las miles de mujeres migrando, la vulnerabilidad en la que se pueden encontrar es todavía mayor.

Durante la última década, los flujos migratorios han crecido en número, y se ha ido incrementando la frecuencia con la que las mujeres cruzan México, ya sea solas o en compañía de sus hijos. Pero con ese aumento de número de personas en movilidad, también han crecido los riesgos, la violencia y un sinnúmero de obstáculos que complejizan migración para las mujeres.

Se estima que más del 80% de las mujeres que migran hacia Estados Unidos cruzando por México sufren algún tipo de abuso físico o sexual; sin embargo, no se cuenta con datos precisos porque difícilmente pueden ser confirmados pues no se realizan las denuncias correspondientes; no solamente por temor, sino porque el propio sistema de justicia mexicana dificulta los procesos de denuncias para cualquier delito.

Es así, como no solamente realizan el trayecto con los miedos propios de la travesía migratoria, sino con las implicaciones de salvaguardar su vida y su integridad tanto física como emocional.

Con frecuencia, muchas de las mujeres preparan con anticipación su viaje por la frontera sur de México para protegerse de diversas formas, pues desafortunadamente saben que no podrán evitar los abusos; pero sí prevenir que de alguna forma sean víctimas de trata o de abusos sexuales que culminen en un posible embarazo no deseado o enfermedades de transmisión sexual, prostitución o incluso la muerte.

Es así como, desde antes de salir a su viaje migratorio, ya están enfrentándose a los múltiples riesgos que es el tránsito por México. En muchos casos, buscan acompañarse de alguna pareja sentimental o deciden iniciar alguna relación de noviazgo que más que ser por afecto, es una forma de protección, limitando nuevamente su capacidad de transitar libres y seguras.

Para aquellas mujeres que viajan en compañía de sus hijos el desgaste emocional es todavía peor, pues corren todavía más riesgos y tienen que sostenerse de algunas redes delictivas que puedan brindarles protección durante el camino. Cuando esto sucede, se sienten cómplices de aquellos criminales, sabiendo que no tienen otra alternativa más que cooperar, buscando defender la vida de sus niños.

Los esfuerzos por brindar protección y trato digno son principalmente orquestados por las organizaciones sin fines de lucro, quienes no solamente buscan dar voz y visibilizar lo que viven las mujeres en movilidad durante el trayecto del país, sino también de encontrar espacios que sean un resguardo para aquellas que son víctimas de algún delito.

Cada año se presentan iniciativas que promueven el cuidado de las mujeres en tránsito; su protección; sin embargo, no es suficiente, pues todavía existe el estigma y muchos estereotipos que dificultan los trabajos en tema de defensa de derechos humanos de las mujeres.

Existe el acompañamiento desde los albergues, comedores comunitarios y organizaciones de la sociedad civil que velan por el cuidado y atención, pero los recursos también son limitados y muchas veces otros de los retos son el hostigamiento y acoso que existe para las defensoras de derechos humanos, promoviendo todavía más la impunidad y los obstáculos para denunciar los delitos.

Tristemente todo parece indicar que el 2023 se convertirá en un año más en el que no se reconocerán los derechos de las mujeres que se encuentran migrando, pero sí podemos orientar que los esfuerzos de este año vayan más allá de la difusión de estas realidades y pasar a acciones colectivas que favorezcan a un tránsito libre de miedos y lleno de justicia y dignidad.

* Licenciada en Comunicación y Maestra en Desarrollo Humano por la Universidad Iberoamericana Puebla. Actualmente es Académica del área de Servicio Social de la Ibero Puebla desde donde promueve proyectos con comunidades vulnerables en el sur del país, así como en otras regiones de México y Estados Unidos. Su intervención en esta área tiene especial énfasis en experiencias transnacionales, servicios sociales a migrantes y el papel que juegan las organizaciones no gubernamentales.

Sus comentarios son bienvenidos.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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