El riesgo de una confrontación directa entre Estados Unidos, la OTAN y Rusia aumentó luego de que Joe Biden anunció el envío de misiles de largo alcance a Ucrania para su defensa, lo cual el gobierno de Vladimir Putin tomó como una provocación.
A poco más de tres meses del inicio de la invasión rusa al territorio ucraniano, Biden dio a conocer el martes su decisión a través de un artículo publicado en The New York Times, titulado “Lo que Estados Unidos hará y no hará en Ucrania”.
Pese a ello, señaló que a Washington le preocupa que el envío de misiles de precisión de mayor alcance sea interpretado como una provocación y una consiguiente escalada en el conflicto.
En este sentido, insistió en que el objetivo de su decisión no es atacar territorio ruso. “No buscamos una guerra entre la OTAN y Rusia”, aseguró.
También descartó que Estados Unidos busque la destitución de Putin en Moscú, refiriéndose a las declaraciones que hizo en Polonia, donde aseveró que el mandatario ruso no podía seguir en el poder.
Por su parte, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, señaló que, con el envío de mis Estados Unidos “está echando gasolina al fuego deliberadamente”, mientras que el titular de exteriores, Serguéi Lavrov, en su viaje a Arabia Saudi, ha manifestado su inquietud a través de la advertencia sobre el aumento del peligro de que un tercer país se vea involucrado en la contienda.
Los misiles que serán enviados a Ucrania cuentan con una infraestructura que facilita su transporte a través del territorio ucraniano, pueden desplazarse a bordo de vehículos, tienen un sistema de lanzamiento múltiple y son guiados por satélite mejorando su precisión y alcance.
El envío se realizará luego de que Ucrania se comprometiera a no usar los misiles para atacar territorio ruso, según fuentes de la Administración estadounidense.
Moscú se mantiene hermético y pesimista en los escenarios que esto podría ocasionar, solamente señalando las provocaciones y lanzando advertencias sobre las consecuencias.
Editado por Esteban AC
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