El pasado 5 de mayo se registró un atentado, presuntamente terrorista, que dejó tres personas muertas y cuatro heridos en la explanada de las mezquitas en Jerusalén, Israel; los hechos ocurrieron en el retorno de judíos para rezar tras el Ramadán.
Según testigos, las agresiones se produjeron tras un altercado entre la policía israelí y manifestantes palestinos, dos de estos últimos portaban un arma de fuego y lo que parecía ser un cuchillo/hacha con el que apuñalaron a las personas que se encontraban a su paso antes de huir en un vehículo.
Los elementos de seguridad iniciaron una búsqueda masiva de los agresores, establecieron retenes en los caminos y desplegaron un helicóptero.
Ante esta situación, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, declaró: “El asesinato de civiles de cualquier nacionalidad sólo conduce a un mayor deterioro en una época en que todos nosotros intentamos lograr estabilidad y evitar que las cosas se agraven”.
Este ataque es el sexto en el territorio y hasta el momento se registran 18 fallecidos desde finales de marzo por protestas en la explanada y zonas aledañas.
Desde Washington, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, señaló que el suceso parecía ser “el más reciente de una serie de ataques terroristas despreciables que han sacudido a ese país”.
Editado por Gabriel Figueroa Zamora
