La actividad política, para nosotros y para todo político honrado, no es ni afán egoísta, ni aventura banal, menos es ocasión de saciar instintos bajos con desenfreno bestial. Es actividad noble, actividad empapada de consecuencias graves, actividad dirigida a una realidad viviente que merece respeto y que exige desinterés y generosidad.

Efraín González Luna

Manifestar nuestras ideas de manera pública, es un derecho que los mexicanos hemos conquistado, que ejercemos y defendemos. Acción Nacional desde su fundación ha sido un Partido que está del lado de la gente, pues su origen fue la ciudadanía libre y consiente de los que menos tienen, con una definición propia de la actividad política, con principios y doctrina única, en ello, tiene una fundamento claro y firme. Es el único Partido en México que no emanó ni del poder, ni de otro partido político.

El oficialismo pretende “con espejitos” continuar en el gusto de la gente, la percepción de generar concentraciones de funcionarios públicos y beneficiarios pretende que las interpretemos como la validación de sus gobiernos.

Especial cuidado deben tener para no equivocarse, algunas despistadas autoridades y funcionarios emanados de las filas de Acción Nacional quiénes al parecer, se están dejando llevar por eso destellos falsos. La oposición que se prepara para enfrentar el 20 24 obliga generosidad, pero también honradez y lealtad, más que a las siglas o colores, a la confianza y necesidades que hoy la gente requiere, para salir adelante.

Hoy el habitante del palacio nacional, tiene una aceptación de 59 por ciento, lo que los tiene muy contentos, sin embargo, existen dos factores que dilapidan su efímero triunfalismo y vale la pena analizar. Por un lado, la popularidad no da ninguna certeza de conservar el poder, el expresidente Zedillo quien en el mimo periodo gozaba de una aprobación del 64 por ciento, 5 puntos por arriba de Obrador, terminó entregando la banda presencial a la oposición.

Recordemos también que los expresidentes de extracción panista, en el mismo periodo también, contaban una buna aceptación (55 por ciento y 54 por ciento) respectivamente, es decir, es muy temprano para “cantar victoria” y hasta este momento se equivoca el que considere al oponente derrotado.

Pero más allá de los números cabe observar el efecto del populismo en nuestro país. Es decir, cuando la evaluación del presidente es inversamente proporcional a la evaluación de sus acciones de gobierno, es posible caer en cuenta de la percepción artificial que crean estos gobiernos populistas, los cuales tienen como característica el infundir un discurso polarizante y enfocar sus esfuerzos operativos y financieros al mantenimiento de su estructura electoral.

Así vemos al ejecutivo todos los días, utilizando los medios de información gubernamentales para enfrentar a las y los mexicanos; los vemos hacer una concentración masiva desde el gobierno, lo cual es sencillo cuando tan solo se registró que un millón 606 mil 800 nuevos funcionarios ingresaron a la llegada de este gobierno a la nómina federal, según datos del Inegi.

Y vemos también “aceitar” su estructura de apoyos gubernamentales bajados a la población a través de los siervos de la nación, rubro que contará con un aumento de recursos en el nuevo presupuesto. Es claro que se pretende mantener una estructura electoral, por lo que estos programas cuentan con más recursos y son mal utilizados para coaccionar el voto.

El gobierno actual presenta los más bajos niveles de satisfacción de sus políticas públicas orientadas a seguridad, salud, empleo. Las y los ciudadanos al final de sexenio, seguiremos padeciendo el costo de todas estas malas decisiones, como el que es feliz gastando en diciembre, pero en enero se da cuenta de que debió ser más cauto.

Se equivoca el presidente si piensa que las y los mexicanos pasaremos por alto la gravedad de la inseguridad que hay en el país, si la situación económica aún no muestra recuperación a niveles previos a la Pandemia, tan solo la inflación estará por arriba del 8%; la creación de empleo bien remunerado, sigue siendo un pendiente sin respuesta, no tenemos un sistema de educación, ni de salud robusto o bien planeado.

Sin duda el eterno candidato que hoy tenemos de presiente, elude su responsabilidad en las decisiones del Gobierno Federal y se alimenta de mítines auspiciados por el aparato gubernamental con recursos públicos. México requiere un presidente que atienda, resuelva, de soluciones, garantice lo necesario para vivir en paz, crecer y desarrollarnos como sociedad, eso que al eterno candidato Andrés Manuel, le quedó grande.

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Miembro activo del PAN desde 1988, miembro del CEN, consejero Nacional y Estatal; expresidente Estatal del PAN Puebla 2006-2009 y 2012-2015; licenciado en Administración de Empresas; diputado local 2005...