He aquí algo de lo que este Arte de la mentira (Jonathan Swift y John Arbuthnot, 1733) aporta a las discusiones políticas en torno del pasado, del presente y del futuro. Podremos encontrar en este texto materia para reflexionar, para distraernos o para sorprendernos de que cuestión tan grave sea tratada con ligereza. Quizá algunos prefieran anteponer la indignación a la ironía y optar por denunciar la corrupción de la vida pública, exigir su trasparencia y censurar la persistencia de la mentira en los usos políticos.

También puede aceptarse la invitación ofrecida por este opúsculo: abordar desde la sátira que la cuestión del disimulo político tiene, sobre la indignación moral, la ventaja de evitar presuponer un inicial estado de virtud que la política habría corrompido. Permite resaltar los excesos de la mentira sin tener por ello que apelar al reino de la trasparencia y a la dictadura de la verdad.

El Arte de la mentira política reconoce, en cierto modo, aquello que Maquiavelo supo vislumbrar como los fundamentos propios de la política cuando se atrevió a pensarla desde su autonomía frente a la religión: la política es un juego de pasiones y de intereses opuestos, y el disimulo es una de sus reglas esenciales.

Pero -dice Maquiavelo- es menester saber encubrir ese proceder artificioso y ser hábil en disimular y en fingir. Los hombres son tan simples y se sujetan a la necesidad en tanto grado, que el que engaña con arte halla siempre gente que se deje engañar. […] No hace falta que un príncipe posea todas las virtudes, pero conviene que aparente poseerlas. […] Puede aparecer manso, humano, fiel, leal y aun serlo. Pero le es menester conservar su corazón en exacto acuerdo con su inteligencia para que, en caso preciso, sepa variar en sentido contrario.

El Arte de la mentira política reitera así, desde la sátira, la lección de Maquiavelo: “Así es cómo se os miente” nos dice el autor anónimo al abrir una suscripción imaginaria a un tratado inexistente. ¡¡Mejores auspicios no podía tener un Arte de la mentira política!!

¿Conviene engañar al pueblo por su propio bien?

El Arte de la mentira política empieza señalando las bases fisiológicas de la mentira: el alma tiene un lado plano, que le viene dado por Dios y que refleja fielmente los objetos; también tiene un lado cilíndrico, heredado del Diablo, que los deforma sistemáticamente. Satanás, como indican los Evangelios, es el padre de la mentira. La mentira política tiene, así, su localización cerebral en el lado cilíndrico. Pero esto no es lo más importante. El tratado no se ocupa tanto de los fundamentos fisiológicos o espirituales del disimulo como de sus efectos políticos. Efectos que remiten, en definitiva, a una cuestión fundamental, presente en toda la reflexión política desde la República de Platón hasta el Príncipe de Maquiavelo: ¿conviene ocultar la verdad al pueblo por su propio bien, engañarlo para salvaguardarlo? El arte de la mentira política es, en efecto, “el arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables con vistas a un buen fin”.

Para terminar, les propongo estimados lectores que interpreten la siguiente afirmación: “Todos los que escriben en este sitio son unos mentirosos”.

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