A pesar de que se repite constantemente la palabra bienestar como parte de las políticas federales implementadas, la realidad es que los efectos de las decisiones van completamente en sentido opuesto. 

Se considera que una persona ha llegado a un estado de bienestar cuando las condiciones físicas y mentales proporcionan sentimientos de tranquilidad y satisfacción, lo que ha sido negado para el grueso de la población, por lo menos para un 66 por ciento que percibe hasta dos salarios mínimos, esto es hasta 8 mil 500 pesos al mes. 

Lo anterior debido a que la inflación registrada desde noviembre del año pasado que se ubicó arriba de los 7 puntos se mantiene mes con mes, lo que significa que los precios de los alimentos se han disparado, me atrevo a decir que de forma escandalosa y no en proporción al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).

En la Central de Abasto de Puebla se pueden comparar los costos de los productos más consumidos por los poblanos.

Analizando los precios del maíz, la lenteja, el aceite, el garbanzo o el huevo, estos tuvieron un incremento real del 38 por ciento en promedio en el periodo de un año, ya que de valer en su conjunto 120 pesos, hasta ayer, se adquirieron con 166 pesos.

El aceite por ejemplo pasó de 28 a 45 pesos la pieza, el maíz, base para la elaboración de tortillas tuvo una variación anual de 77 por ciento, ya que pasó de 9 a 16 pesos el kilogramo, mientras que el huevo pasó de 29 a 40 pesos, también el kilo.  

El aumento de los precios se basa en la oferta y la demanda, además del periodo del año. La primera se ve afectada por cuánto han sembrado los agricultores, el estado del tiempo, las propias necesidades de consumo de los productores o si almacenan o no. 

En el caso concreto de México, las políticas públicas aplicadas para el impulso de la actividad primaria (agricultura, ganadería, pesca, silvicultura, entre otros) dejaron de existir, los productores no cuentan con fertilizantes, semillas, apoyos para la adquisición de insumos o herramientas, así como un presupuesto destinado al desarrollo agropecuario.

Parece que en lugar de buscar la soberanía alimentaria se pretende la dependencia de otros países, tan es así que las importaciones de mercancías aumentaron 87.5 por ciento de forma anual en 2021, mientras que, la proveeduría ha tenido un incremento importante de parte de Rusia y China, principalmente.

Si el campo mexicano produjera suficientes alimentos los precios se estabilizarían; sin embargo, las decisiones del Gobierno federal están encaminadas a socavar la soberanía y a disminuir el bienestar de la sociedad, una parte de ésta, por desgracia, aún cree en el discurso engañoso.

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