La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de nombrar a la exgobernadora Claudia Pavlovich como cónsul en Barcelona ha desatado una ola de indignación en mi tierra natal (Sonora),  hecho del que soy testigo porque estuve en días pasados ahí,  pudiendo constatar el malestar de mis paisanos, incluyendo los vecinos de Magdalena de Kino, de donde ella es originaria (ahí nació también, como todo mundo sabe Luis Donaldo Colosio).

Tal hecho se produce a pocos meses del triunfo de Morena en esa entidad,  hecho que tomó por sorpresa a quien esto escribe, tomando en cuenta el conservadurismo de mis coterráneos, empero, como dijo el gobernador electo, Alfonso Durazo, esto fue un resultado –al igual que en todo el país—de las esperanzas de renovación que ha suscitado la 4 T.  Desde luego, también tuvo que ver la pésima gestión de Claudia Pavlolich, a quien el mismo Durazo acusó de haber saqueado las arcas del estado, dejando casi en cero el erario público.  Las consecuencias de esta situación se advierten, principalmente, en instituciones como el ISSSTESON, cuyos fondos fueron utilizados por la gobernadora de manera arbitraria dejándolo sin recursos para atender a sus derechohabientes.  En un documento emitido por el Movimiento 30 de julio, en el que participa un numeroso grupo de éstos, se señala que el gobierno de Claudia Pavlovich “se caracterizó  por una descarada corrupción al desviar recursos públicos de todas las instituciones que forman parte del Gobierno del estado (….)”.  Se agrega que la ex gobernadora hizo un gran despilfarro de recursos al tener un séquito de servidores que recibían salarios demasiado altos, faltando a su compromiso de recuperar el Isssteson, “dejándolo en las peores condiciones en que lo recibió”.  Durazo, en su toma de posesión, se comprometió ante nuestros conciudadanos a  adoptar medidas enérgicas contra la corrupción, enfatizando que comenzaría por investigar las tropelías perpetradas durante la administración saliente.

Como era de esperar, la decisión de AMLO constituyó una verdadera bofetada a tales promesas. 

¿Qué razones lo llevaron a tomar tal determinación?  No lo sabemos.

Estamos conscientes que el primer mandatario necesita construir alianzas para enfrentar los graves problemas que enfrenta el país, pero, como dicen en mi pueblo “una cosa es Juan Domínguez y otra no me………”.

Habría que recordar al respecto que el gobierno de Claudia Pavlovich, apoyada por el inefable Manlio Fabio Beltrones, fue el primero en adoptar medidas para protegerse de la “amenaza” que según esto representaba la decisión del gobierno de AMLO de supervisar el gasto de los gobernadores, impulsando al respecto una iniciativa –contando al respecto con el apoyo del Congreso local—  enderezada a impedir la “violación de la autonomía estatal”.

Tal medida constituyó un verdadero desafío para el gobierno de la 4T. AMLO, en varias ocasiones, cuestionó tal afrenta.

Pensamos que el anterior aún está a tiempo de enmendar el error que comentamos.  Debería tomar en cuenta que el pueblo de Sonora no sólo se siente lastimado por la gestión de Pavlovich, sino también por la de su antecesores Arturo Padrés y López Nogales, quien convirtieron a esa entidad en un verdadero botín para sus intereses personales.

De no ser así, se corre el riesgo de que los sonorenses retomen el tirso de su conservadurismo tradicional.   

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