El martes en la Nocturna, un panel de discusión en torno a asuntos fundamentalmente universitarios, comentamos la conferencia dictada por Noam Chomsky invitado por la Universidad de Artes y Ciencias de Chiapas. Señalábamos la importancia de la respuesta dada por este gran científico y activista político a la pregunta de cuál era el papel de la universidad, en el sentido de que ésta debe propiciar que los estudiantes usen sus facultades críticas y que desarrollen un criterio independiente para explorar, crear y resolver libre y colectivamente los problemas fundamentales que enfrentan. Obviamente y por desgracia la BUAP no está cumpliendo con este cometido.

La Nocturna se ha convertido en un espacio de diálogo y de discusión en torno a las distintas ideas que sus participantes ponen a consideración, y quisiera analizar una afirmación contundente en torno a los rasgos característicos de la actual administración central de la BUAP.

La estructura del actual gobierno universitario es corporativa, clientelar y punitiva.

¿Qué entendemos por ‘corporativa’? Según Philippe Schmitter el corporativismo es un sistema de representación de intereses en el cual las partes constitutivas están organizadas jerárquicamente y son reconocidas o autorizadas por el Estado, a las que les concede un deliberado monopolio de representación, dentro de sus respectivas categorías, a cambio de seguir ciertos controles en su selección de líderes y articulación de demandas y apoyos.

Guardadas las proporciones, la actual administración central, y las que le antecedieron desde hace tres décadas, fueron perfeccionando las medidas y los mecanismos que les permitieron consolidar este sistema de gobierno que ilustra perfectamente la política de “pan o palo”: o te haces mi cliente o te castigo.

¿Por qué decimos que se les concede a los representantes un deliberado monopolio?

De todos es sabido que el cumplimiento de los requisitos para registrarse como candidato a representar cualquier sector en los organismos colegiados de gobierno está sujeto a la emisión de constancias y documentos que sólo la propia administración central puede emitir.

Lo mismo sucede con las autoridades personales que en un buen número de casos llegan a ocupar el cargo gracias a que el terreno se ha desbrozado para “contender” como candidatos(as) únicos, gracias a la acción “de limpia” de las comisiones de auscultación nombradas para el efecto de nominar a los candidatos idóneos.

Esto ha pasado con los cargos de elección, imaginen ustedes el brutal control derivado de la designación de un sinnúmero de funcionarios con tareas tanto administrativas como académicas que actúan como perfectas cadenas de transmisión en esta articulación de demandas y apoyos de la que habla Schmitter.

Y uno se pregunta ¿todo este acabado corporativismo es útil para quién? Ciertamente no para los trabajadores y estudiantes de la universidad, pues un sistema corporativo se instaura para ejercer el poder y el control político. La tarea educativa es lo de menos. En realidad es un pretexto o un medio para ocupar un lugar en el concierto de los grupos o partidos políticos que miran a la universidad únicamente como botín económico y político, un binomio imposible de separar.

Sin duda el reto que hoy enfrentamos los universitarios es el que Chomsky plantea a la sociedad en su conjunto. Sólo la organización colectiva puede combatir el perverso corporativismo instalado en nuestra universidad.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

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