En 1994, Estados Unidos propuso al continente conformar el ALCA, que no logró concretarse, pues se señaló que transgredía la soberanía de las naciones y tenía una visión neoliberal, en contraste con la propuesta del presidente, Andrés Manuel López Obrador.
En el marco de la I Cumbre de las Américas, el país vecino del norte llamó a las naciones del continente, excluyendo a Cuba, a conformar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el cual fue el último intento de integración económica de la región.
Dicho convenio buscaba una liberalización profunda del comercio y los servicios de los países miembros, incluidos la educación y salud, por medio de garantizar el acceso a las inversiones.
Planteó abrir al mercado los contratos gubernamentales (en todos los niveles), con el fin de facilitar la participación de empresas y la eliminación de restricciones al comercio, como aranceles o normas.
También, postulada la anulación de los subsidios a las exportaciones del campo, respeto a los derechos de propiedad intelectual, la abstenerse de crear políticas “anticompetitivas” y que las disputas surgidas del acuerdo se dirimirían en tribunales especiales de mediación, es decir, las empresas no responderían directamente ante los gobiernos.
AMLO llama a integración pero con respeto a soberanías
En ese sentido, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha insistido en la necesidad de que exista una integración económica en Norteamérica, luego de la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y todo el continente, aunque con respeto a las soberanías.
Y es que uno de los puntos más criticados del ALCA fue el poco espacio de maniobra que se otorgaba a los países para tomar decisiones por sí mismos, así como defender sus intereses, pues era Estados Unidos el principal beneficiado.
El mandatario mexicano ha manifestado que la integración podría ser similar a la de la Unión Europea, con el objetivo de crear “la región económica más fuerte del mundo” y atender las causas que fuerzan a la migración.
ALCA era la reproducción del Tlcan
En su momento, expertos señalaron que el ALCA pretendía reproducir y ampliar a todo el continente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado, en 1994, por Estados Unidos, Canadá y México.
Para la segunda Cumbre de las Américas, que se realizó en Chile en 1998, se avanzó en las negociaciones del acuerdo, concluyendo que el mismo buscaría “elevar el nivel de vida” de los habitantes del continente.
Tres años después, en el siguiente encuentro entre países americanos que se llevó a cabo en Québec, Canadá, se aprobó publicar el primer borrador del ALCA.
Sin embargo, en 2005, en la cuarta Cumbre de la región, con sede en Mar del Planta, los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner; Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y de Venezuela, Hugo Chávez, se opusieron a la puesta en marcha del tratado, argumentando las posibles afectaciones a las economías Latinoamericanas.
Venezuela señaló diferencias entre EU y resto de América
En dicho encuentro, Hugo Chávez argumentó que el ALCA pretendía imponer políticas neoliberales y violar la soberanía de los países, además de que resaltó las diferencias económicas e históricas entre Canadá y Estados Unidos, con los demás países de América Latina y El Caribe.
Por su parte, el entonces mandatario estadounidense, George W. Bush, expresó la necesidad del libre comercio para garantizar el crecimiento económico y competir con países como China e India.
El ALCA fue finalmente desechado ante la negativa de los países sudamericanos, en los que incluso se realizaron manifestaciones en rechazo al acuerdo.
Como consecuencia surgieron y se fortalecieron otros convenios de integración, pero ya no continentales sino regionales, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
