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Por considerarlo de interés público, replico las contribuciones que hice en Ángulo 7, en octubre de 2017.

Primera de tres partes

El 2 de octubre del año en curso, el doctor Enrique Cabrero Mendoza director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), escribió en el periódico La Jornada el artículo ¿Dónde está México en ciencia y tecnología?, para responder a otro publicado en el mismo periódico el 23 de septiembre nombrado: Las turbinas de Vladimiro y la investigación científica, suscrito por los doctores Eugenio Frixioney Juan Pedro Laclette, investigadores del Cinvestav y de la UNAM, respectivamente.

Mi interés de esta réplica es hacer precisiones a tres afirmaciones hechas por el Dr. Cabrero, las cuales son esenciales para el fortalecimiento de la ciencia, tecnología e innovación (CTI) en México; las alusiones fueron: la mejora que hubo en la inversión en CTI durante el actual sexenio de Enrique Peña Nieto (EPN); al apoyo con recursos públicos a proyectos de innovación y desarrollo tecnológico a empresas, y a la indiferencia que tiene la sociedad hacia la ciencia. Cada afirmación será abordada como una colaboración de Palabras Agudas, para el prestigiado portal de Ángulo 7.

¿Más inversión significa fortalecer a la ciencia, tecnología e innovación?

Respecto al primer tema el doctor Cabrero sostuvo en el artículo de marras que “en este sexenio, el gobierno federal incrementó su inversión más de 40 por ciento en términos reales […] Con respecto al GIDE (indicador internacional que mide el esfuerzo en CTI), en términos reales, se ha invertido 20 por ciento más que en el sexenio anterior y 80 por ciento más que en el antepasado” […] “en este sexenio, los apoyos a universidades, laboratorios, proyectos de investigación y cooperación científica significaron más del doble de lo que recibieron las empresas. Ello acompañado del crecimiento sostenido en la formación (becarios) y fortalecimiento (Catedráticos Conacyt e Investigadores del SNI) de capital humano […] Si analizamos el Gasto Nacional en CTI, que incluye todos los rubros, no sólo los del GIDE, al final del sexenio estaremos llegando al 1 por ciento del PIB”. Concluye su artículo insinuando que hay una relación directa entre inversión pública en ciencia y tecnología (CyT) y la fortaleza de estas áreas epistémicas. Veamos si tiene razón.

Tocante a la inversión destinada a CyT, México Maxico señala que durante la gestión de EPN, ha sido costeada mediante el déficit fiscal que, a su vez, ha sido financiado con deuda pública (https://bit.ly/2WezyK8). Simón Levy-Dabbah (http://ow.ly/dm4S30fLcoI) sostiene que “este año, la deuda total del sector público, incluidas la externa e interna, así como el costo de rescates financieros llegará a 48 por ciento del PIB, unos 9.4 billones de pesos, según datos de la SHCP”. En 1994, antes del estallido de la crisis de finales de ese año, era de 28 por ciento del PIB […] “En México gran parte del desarrollo (incluida la inversión en CyT) ha sido financiado con gasto público derivado de emitir deuda pública”. Otros analistas (https://bit.ly/3odeWNR), indican que “la deuda, al inicio de la gestión de Peña Nieto, representó 39 por ciento del PIB, proporción que creció a 49.5 por ciento en 2017”.

Lo que importa señalar, es que mayor inversión en CTI no implica forzosamente un mayor desarrollo económico y social del país. Como plantea el Dr. Cabrero: “La llamada economía basada en el conocimiento se refiere a la capacidad de generar conocimiento científico y tecnológico, que permita ser más competitivo, crecer más, y transformar la economía para alcanzar mayores niveles de bienestar social”. O sea, la inversión en CTI será relevante sólo si promueve el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y este, a su vez, se revela en mejores niveles de vida. De este modo, la competitividad de México en CTI se expresará en el ámbito mundial, tanto a nivel del PIB, como del bienestar social.

Pero la mayor inversión en CTI no ha conseguido ni uno ni otro objetivo. El aumento del PIB es una asignatura pendiente del gobierno de EPN, ya que en promedio su crecimiento porcentual (2.9 por ciento), durante 2013-2016, está por debajo del promedio conseguido por Vicente Fox (3 por ciento) (https://bit.ly/2WezyK8). Tampoco ha logrado el bienestar social. Julio Boltvinik (http://ow.ly/94Nq30fM6gt) expone que “comparando el sexenio de Felipe Calderón y los dos primeros años de EPN, en este periodo de 8 años la pobreza aumentó en 14.2 millones de personas, un aumento promedio de 1.78 millones por año, siendo 1.76 por año con Calderón y 1.85 por año con EPN”.

Relativo a la competitividad que debió haber sido impulsada por la mayor inversión en CyT, cifras del IMPI (http://ow.ly/iT0V30fLgtF), revelan que durante la gestión de EPN el crecimiento porcentual de las patentes otorgadas con relación a las solicitadas fue más del doble (4.09 ´por ciento), comparadas con el sexenio de Vicente Fox (1.94 por ciento) y de Felipe Calderón (2.16 por ciento). No obstante, la Dra. Gabriela Millán Quintero sostiene en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt (http://ow.ly/bDtL30fLhbZ), que “solo 3 por ciento de las patentes dadas fueron para residentes mexicanos” […] Además, indicó “que esta cifra es muy baja si se compara con países como Estados Unidos o Cuba, en donde alrededor de 50 por ciento de las patentes fueron otorgadas a residentes de sus propios países”.

En conclusión, destinar más recurso a CyT per se no garantiza mayor eficacia de la CTI. Menos, si estos recursos son costeados mediante el aumento del déficit público y el incremento de la deuda pública. La crisis de la deuda que enfrentó México en 1982 es un ejemplo de cómo su renegociación fue determinante, para que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, impusieran modelos de acumulación de capital (que incluye a la CTI), altamente beneficiosos para los Estados Unidos de Norteamérica y perniciosos para la población mexicana. Igualmente, como veremos en la próxima colaboración, destinar recursos públicos a proyectos de innovación y desarrollo tecnológico a empresas transnacionales, a costa de no resolver los grandes problemas nacionales, tampoco favorece a México. Por el contrario, es una de las rutas más seguras para mantenerlo como un país dependiente en cuestiones de CTI.

Palabras agudas

Ojalá Rolando Cordera (https://bit.ly/3EVCBbS) hubiera expuesto cifras de cómo el compromiso científico se ha traducido en la base del desarrollo económico, técnico y cultural de nuestra Patria. En vez de ello, recurre a la chachara discursiva para pintar un entorno que deriva de su imaginación impregnada por el delirio de persecución.

*Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la línea editorial del portal de noticias Ángulo 7.

Miguel Ángel Damián Huato es profesor-investigador del Centro de Agroecología del Instituto de Ciencias de la BUAP. Fue Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2011 y es miembro del Sistema Nacional...