La Comisión de Auscultación de la BUAP no abre en la convocatoria para nominar candidatos, la posibilidad de criticar una nominación, pero sea esta nota la llamada de un universitario a declarar que Ricardo Paredes Solorio no debe recibir carta de idoneidad, toda vez que está implicado en uno de los actos represivos más deleznables de la BUAP. Sería bueno que la Comisión de Auscultación revise el pasado de los aspirantes a la rectoría. Uno de ellos ha hecho públicas sus aspiraciones a dirigir la BUAP, pero lideró, el diez de abril del año 2000 golpizas, persecuciones, y secuestro en una caseta de vigilancia, contra estudiantes, profesores y hasta un director de Facultad dentro de la misma alma mater. Por obvias razones no han existido hasta hoy condiciones para plantear el tema por causa del histórico contubernio entre rectores y gobernadores del estado, contubernio, hoy, inexistente.

Ricardo Paredes Solorio seguía órdenes directas del autor material principal, Enrique Agüera, entonces director de la facultad de administración que orquestó, en persona, la golpiza a estudiantes. Enrique Doger nunca quiso llegar al fondo del asunto y no sabemos hasta dónde está involucrado. Y es que muchos altos y bajos funcionarios siguen temblando de miedo cuando escuchan el nombre de Enrique Agüera.

Los hechos del diez de abril del año 2000 fueron documentados por todos los periódicos de la ciudad de aquel entonces. No hubo periodista que no cubriera la nota ni universidad que no asistiera a la marcha y asambleas que después del desafortunado evento ocurrieron en la ciudad. Existe información y testimonios. El periodista Martín Hernández Alcántara escribió entonces una relatoría rigurosa y profesional de primer nivel.

Aún existen carteles del evento en que se invitó a la explanada Carlos Marx de la Facultad de Administración al foro intitulado “La gratuidad de la educación en México”. Aquel día, Paredes encabezó el primer intento de choque con un grupo de estudiantes llamado “Reacción 2000”, entonces consejeros. Ante el primer intento de desalojo, los mismos estudiantes de administración y derecho, defendieron el foro abucheando a los consejeros y a Ricardo. Eminentes profesores y profesoras participaron en el foro y ya habían comenzado sus intervenciones. De pronto los estudiantes fueron rodeados por todo, si, todo el personal de seguridad de la universidad. Ante la amenaza y para evitar una confrontación, el evento se detuvo, se dio una salida segura a los profesores y se invitó a los estudiantes a la mesa del día siguiente en la Facultad de Ciencias de la Electrónica ya que no había condiciones en ese momento en Administración. Aún hubo muchos estudiantes molestos por el atropello que no quisieron irse. Pero la presencia de elementos de “seguridad” ya era abrumadora. Al amparo de esa disparidad abusiva y desproporcionada, Agüera se sintió seguro y con Solorio pisándole los talones tomó un micrófono de la mesa y dio la orden de atacar a los estudiantes. La escena tuvo su lado chusco porque él estaba parado sobre el cable del micrófono que fue jalado con violencia por uno de los eternos guaruras de los rectores, esto provocó que Agüera cayera de nalgas bajo el busto de Carlos Marx. Durante mucho tiempo se habló de su cara de terror y sus gritos desesperados indicando que comenzará el zafarrancho. Su caída detonó la violencia descomunal contra el puñado de estudiantes que estaban ya desconectando el equipo para marcharse. El resto, aún no es historia pues está silenciada. Llama la atención que el último libro espectacular sobre la historia universitaria dispense a Agüera de toda la violencia con la que se instaló en un rectorado de terror.

El foro “La gratuidad de la educación en México” se planteó en solidaridad con la Huelga de la UNAM de aquel año y en protesta por su desalojo violento también. Recordemos que un par de meses antes, en febrero del año 2000 el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, dio la orden de que dos mil efectivos de la Policía Federal Preventiva entrasen a desalojar la UNAM para acabar con la huelga que había comenzado en abril de 1999. Aquella huelga comenzó porque el rector José Barnés de Castro modificó las cuotas semestrales de la UNAM. No era una simple modificación… siguió la lógica neoliberal de privatización de las escuelas públicas, la destrucción del pensamiento crítico, la desaparición del carácter popular de la universidad por uno populista y de simulación. Lo anterior a través de un sistema complejo de selección de aquellos con competencias muy específicas: capacidad para simular y obedecer. El objetivo es que la universidad se convierta en un enorme departamento de Recursos Humanos para las empresas privadas, y nada más. Sí, las mismas que no han pagado impuestos durante décadas y que, por lo tanto, no han puesto un quinto para la educación pública. Irónico. Un día después del allanamiento por la PFP sobre la UNAM, en Puebla se organizó la que se consideró la marcha más grande en la historia de la ciudad desde la Reforma Universitaria en Puebla.

Si el presidente lo hace, ¿por qué yo no?

El hecho de que Zedillo se atreviera a una acción represiva de tal magnitud ¿cómo no habría de envalentonar a burócratas de poca monta en Puebla que, por otro lado, hicieron carreras plagadas de irregularidades y corrupción al amparo de cinco sexenios de impunidad total y todavía siguen pegados a la ubre universitaria? No es este el espacio para una relatoría detallada de los hechos, sino para plantearlos. Solamente el EZLN y los periodistas honestos y amorosos salvaron estos movimientos del silencio oficial. Incluso hoy se prohíbe a los estudiantes de maestría y doctorado interesados en el tema desarrollar esa investigación con argumentos del tipo “te van a matar”.

El nuevo rectorado y una comisión de la verdad interuniversitaria para los hechos del 10 de Abril del 2000

El primer reto para probar la voluntad y honestidad del rectorado entrante sería la creación de una Comisión de la Verdad para esclarecer un silencio de la historia de la BUAP, empezando por una relatoría de hechos que nos muestra con claridad qué hacía Ricardo Paredes Solorio aquel 10 de abril. El caso tiene todas las agravantes para plantearse ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En ese sentido, tenemos investigadores prominentes y de ética a toda prueba, para presidir una comisión de la verdad sobre el diez de abril y nada mal estaría que fuese interuniversitaria, invitar, por ejemplo a investigadores que nunca dejaron que el olvido tocara esos temas como Imanol Odorika de la UNAM, que no dudo, gustoso participaría en ella si se le propone.

Solicitud a mi consejero

Por lo tanto, solicito públicamente al consejero universitario que me representa, tanto como trabajador universitario y como estudiante del doctorado en sociología, presente la propuesta de crear la Comisión de la Verdad y la Memoria sobre la Represión contra Universitarios y Universitarias, en el primer consejo universitario que se celebre terminando las elecciones de rector.

“Se le hizo fácil”

A Ricardo Paredes, en el año 2000 se le hizo fácil arengar, liderar una bandada de alumnos y miembros de servicio generales para golpear, secuestrar, perseguir estudiantes aquel día. ¿Si alguien le hubiera hecho esto a sus hijos, qué sentiría? Hay padres detrás de los estudiantes que golpeó que aún no olvidan. Con una superioridad numérica abrumadora abusó de quien pudo, y Ricardo que hoy pretende aspirar a ser Rector de la BUAP, terminó participando hasta en una golpiza al entonces director de la Facultad de Ciencias de la Electrónica, Jaime Cid Monjaráz que intentó detener aquella locura. También estuvieron en gran riesgo los investigadores Sara Bulnes y John Holloway que participaron en la mesa y apenas tuvieron tiempo de salir antes del zafarrancho.

No idóneo para aspirar

Como se planteó al principio, la Comisión de Auscultación de la BUAP no abre, en la convocatoria para nominar candidatos, la posibilidad de criticar una nominación, pero sea esta nota la llamada de un universitario a declarar que no debe recibir carta de idoneidad Ricardo Paredes, toda vez que está implicado en uno de los actos represivos más deleznables de la BUAP. Nuestra universidad debe dar cuenta de ello, resarcir a las víctimas, así como pedir una disculpa pública formal. Este es un llamado a las candidatas y candidatos: compiten con un golpeador de estudiantes, así que hagan su mejor esfuerzo por no dejarle ser rector si la comisión le declara idóneo.

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