*Por: Dr. J. Alejandro Ortiz Cotte

(Parte II)

En tiempos pandémicos se ha desaprovechado la única oportunidad que hemos tenido en mucho tiempo –en verdad y profundamente- para crear algo nuevo. No hemos pensador una pedagogía adecuada al momento pandémico que estamos viviendo y al mundo que se está cayendo en pedazos como dice el Papa Francisco. Las escuelas, por las prisas de no perder las pocas colegiaturas, propusieron lo mismo de siempre (en contenidos, metodologías) pero en su modo tecnológico (virtual, pantallas, internet y televisión). Resultado: nada de enseñanza significativa, miles de tareas, humanos en crisis psicológicas, jóvenes y maestros estresados, neuróticos y deprimidos. Ahora los profesores y profesoras, además, están agotados, dan clases, mientras preparan la comida en su “quédate en casa”. Temerosos de perder el mal pagado trabajo que tienen, dejaron en el closet su rebeldía por un mundo mejor. Y si sumamos los contextos violentos, crueles, de feminicidios, juvenicidios, desapariciones y otros procesos sociales que no se fueron con la pandemia tal vez lo único que queda es “cumplir” con los jefes. Sin embargo, se debe recuperar la importancia liberadora de la educación, hoy más que nunca.

No todo está perdido.

Los procesos educativos no solo son necesarios sino urgentemente indispensables para pensar, crear y vivir otro mundo posible. Necesitamos crear generaciones desde los niveles básicos con otra educación posible. Educando y aprendiendo en dialéctica siempre, los procesos educativos que humanizan según cada región, tiempo y espacio. Procesos educativos donde todos formamos un sistema, donde si bien hay auto regulaciones, también todos colaboran con la creación del conocimiento, desterrando la terrible costumbre de ubicar que solo uno sabe y los demás deben aprender, que es el corazón de un sistema educativo que justifica y enseña la dominación. La educación liberadora de los sesenta necesita ser resucitada en procesos epistémicos nuevos retomando todos los procesos de liberación que han surgido últimamente. Edgar Morin dirá que debemos educar desde la condición real humana, desde la finitud agregaría Mélich. Desde la memoria subversiva la escuela de Frankfurt, desde las ausencias dirá Boaventura. Decolonizando dirán Mignolo, Dussel y otros más.

Se trata entonces de una educación donde los temas deberán ser pretextos para la integración la creación del respeto, de descubrir al “otro”. Aprender lo básico de las relaciones humanas, como el respeto, la cortesía, la ética, construir pues, la intersubjetiva intra-aúlica. Enseñarles a pensar, a razonar, a memorizar, a preguntar, a investigar, a sentir e indignarse, a conmoverse y compadecerse, a volver a ser humano otra vez.

Pensar sistemáticamente, de manera que comprendan las trampas capitalistas y se convenzan que el capitalismo es un fracaso para la humanidad. El argumento deberá calificarse y deberá practicarse como si tuvieran cinco años. Se crearán proyectos axiológicos colectivos como dice Mariano Corbí. El aprendizaje áulico será situado se ira a la realidad o la realidad ira al salón de clases. Los protagonistas, los invisibilizados serán nuestros maestros y los indicadores de la ruta. Deberemos propiciar las artes. La estética será un camino más como la ética y la mística para alcanzar una trascendencia. Debemos entonces generar procesos educativos y ambientes propicios donde se vivan y se desarrollen experiencias de conocimiento a través de metodologías y pedagogías que reconstruyan al sujeto y transformen sus realidades.

La justicia, la igualdad, la equidad se enseñará todos los días. La asamblea será una manera pedagógica de construir democracia y respeto al otro. Podemos hacerlo y debemos hacerlo. Es la única manera de que la educación tenga sentido en este mundo violento. La educación de hoy ya no sirve para “saber” cosas, sino para vivenciar las posibilidades de otro modo de vivir y de relacionarse. Necesitamos de vuelta al libro para que sepan concentrarse y debemos traer de vuelta la educación presencial para respetar al otro. Muchos profesores y profesoras de los distintos niveles ya empezaron, siguen este camino, a veces sin apoyo, a veces en contra de todo, pero ya hay experiencias exitosas en lugares difíciles creando procesos humanizadores reales. Si es posible, si ha sido posible, debemos seguirlo haciendo posible. Es urgente educar ya de este modo.

*Doctor en Educación por la Universidad Iberoamericana Puebla. Maestro en Teología y Mundo contemporáneo por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es miembro de Amerindia Continental (asociación de teólogos y científicos sociales a favor de la teología latinoamericana), del grupo latinoamericano de ASETT-EATWOT (Asociación de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo) así como del Grupo Latinoamericano del Proyecto Internacional sobre la Recepción del Vaticano II en el Mundo. Desde hace 14 años trabaja en la Universidad Iberoamericana Puebla, actualmente es el coordinador del Área del Servicio Social

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