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(Cuarta parte)

Como ya se dijo, en el manejo de los policultivos o agroecosistemas, prevalece el uso de tecnologías indígenas/campesinas y modernas, sistematizadas en un diálogo de saberes, donde el manejo de la biodiversidad es el rasgo fundamental y la herencia biocultural más importante que nos legaron nuestros ancestros. Manejar la biodiversidad no significa tener un revoltijo de plantas y un montón de insectos que se apiñan y se mezclan al azar. Se trata de la construcción de genuinos “pisos de plantas”, que imita los “pisos de plantas” que hay en los ecosistemas naturales. En su construcción, la mano y la sabiduría indígena-campesina han aplicado el principio de la biomimesis que, para Tamayo (2013. https://bit.ly/3pgsg22), es una ciencia/saber/arte/tecnología que asume a la naturaleza como maestra, como pedagoga para aprender de ella formas, procesos y organización.

En este contexto, la agroecología se asume como una ciencia (teoría-praxis) que estudia el agroecosistema y su manejo, constituido como su unidad básica de estudio y núcleo epistemológico y heurístico de esta disciplina, donde se aplican saberes y praxis indígena-campesinas y modernas que, organizadas en un diálogo de saberes, recrean una biodiversidad funcional cultivada que imita la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas naturales. Esta biodiversidad se caracteriza por reproducir interacciones, sinergias que se traducen en fuerzas productivas que engendran vida, ya que impulsan procesos agroecológicos que, a la vez, potencian la eficiencia relativa de la tierra, la resiliencia y sostenibilidad de los policultivos que le permiten autorregularse y autorreproducirse a través del tiempo.

Dentro de los procesos agroecológicos vitales que genera los pisos de plantas presentes en los policultivos, destacan:

1. La gran cantidad de flora que hay en los “pisos de plantas” aumenta el área foliar, que sumado a la cohabitación de plantas C4 y C3, deriva en un aprovechamiento más eficiente de la energía solar y de la actividad fotosintética y, por lo tanto, en una mayor conversión de compuestos inorgánicos en orgánicos, que son básicos para la creación de nueva vida. Una mayor fotosíntesis optimiza la captura de CO2, un “alimento” básico para las plantas, lo que reduce la emisión de este gas efecto invernadero (GEI) y mitiga la crisis climática y el calentamiento del planeta. Además, la abundancia de flora y fauna que existe en el policultivo, al cumplir su ciclo de vida, adiciona grandes cantidades de materia orgánica, que será reciclada por los microrganismos del suelo en nutrientes y energía, y aprovechado en el siguiente ciclo agrícola por los seres vivos que crecen en el agroecosistema.

2. Construyen tramas tróficas o alimentarias que recrean, entre otras cuestiones, un equilibrio biológico entre la fauna que está presente en el agroecosistema; ello impide que se reproduzcan insectos que depredan algunos cultivos asociados al agroecosistema, debido a que también ahí está su depredador. La desaparición de algún elemento constitutivo de esta trama trófica por la aplicación de agrotóxicos tiene secuelas desastrosas para el resto de los eslabones de la red alimentaria y es una señal indiscutible de un disturbio biológico que existe en los agroecosistemas. Por esta razón, en los monocultivos donde la biodiversidad fue suprimida, la aparición de plagas cada vez más resistentes a los agrotóxicos, es inevitable.

3, Impulsa la simbiosis entre los hongos micorrizas y los sistemas radiculares de las plantas cultivadas lo que, entre otras cuestiones, amplía el área radicular para optimizar la extracción de nutrientes. Para Camargo (2013. https://bit.ly/3oPqN2k), la micorriza es una asociación constituida por un conjunto de hifas fúngicas (micelio) que se ramifican en el suelo, formando una extensa red que interconectan a los sistemas radiculares de las plantas.

4. Las leguminosas asociadas al policultivo fijan nitrógeno atmosférico, un elemento fundamental para la nutrición de plantas y de microrganismos. Según Paredes (2013. https://bit.ly/3sw92XR), se pueden capturar en promedio 200 kg N/ha/año. Esto significa alrededor de una tonelada de sulfato de amonio, el cual es proporcionado gratuitamente a los productores indígenas y campesinas; a la vez, este fertilizante se deja de producir y de transportar, por lo que las leguminosas atenúan directamente la emisión de GEI. Por otra parte, en observaciones de campo se evidenció, primero, que en la milpa hay una gran abundancia y variedad de arvenses leguminosas que quizá, aportan una cantidad importante del nitrógeno; segundo, que las arvenses se encuentran presentes desde que el productor realiza la primera labor de cultivo, lo que sugiere que se aporta nitrógeno desde las primeras fases fenológicas del agroecosistema; y, tercero, que las arvenses fueron más abundantes en los surcos, cohabitando con los cultivos asociados, lo que insinúa la posibilidad de que se encuentren en un proceso de domesticación.

5. Los distintos cultivos que cohabitan en la milpa, aprovechan mejor los nutrientes del suelo ya que en la asociación coexisten plantas con sistemas radiculares de longitud distinta.

6. Las plantas con flores coloridas que conviven en el policultivo atraen insectos polinizadores; ello estimula la producción de granos y biomasa. World Wildlife Found (2018. https://bit.ly/3iiXBy8), estimó que más del 75 por ciento de los principales cultivos alimentarios mundiales se benefician de polinización.

7. Muchas arvenses presentes en el agroecosistema, forman parte de la dieta alimenticia de las familias indígenas y campesinas, o sirven de forraje para el ganado mayor y menor. Algunas otras plantas tienen funciones medicinales.

En síntesis, los procesos agroecológicos vitales originados por el manejo de la biodiversidad, rasgo propio de los agroecosistemas, potencian la productividad y garantizan la resiliencia y sostenibilidad, porque generan, mediante el trabajo útil campesino-indígena, un agronicho que reproduce una comunidad biótica y abiótica, arriba y abajo del suelo, que establece interacciones entre sus miembros. Además, mejora la captura de dióxido de carbono, y optimiza el uso de la energía solar, del agua, del aire, de la sombra, de los microrganismos y los nutrientes del suelo, del nitrógeno, de la temperatura, de la materia orgánica, de los insectos, etc.

Este es el círculo virtuoso que activa el diálogo de saberes por razón del manejo de los agroecosistemas y, en concreto, de la biodiversidad presente en ellos. Para el Informe Planeta Vivo (2020. https://bit.ly/3bM1NFs), la biodiversidad desempeña un papel crucial para el aprovisionamiento de comida, fibra, agua, energía, medicinas y otras materias primas; asimismo, es clave para regular el clima y la emisión de GEI, garantizar la calidad del agua, la presencia de oxígeno puro, la polinización y el control de inundaciones, entre otros.

En cambio, los monocultivos son incapaces de autorregularse, de autorreproducirse y, por lo mismo, de perdurar en el tiempo. Su manejo se erige sobre la destrucción de la biodiversidad que elimina toda forma de vida, afectando con el tiempo, la productividad y la sostenibilidad de los sistemas agrícolas. La productividad del unicultivo se ciñe a las capacidades fisiológicas de plantas individuales que, aunque están juntas en la parcela, funcionan aisladamente. Por ello, están imposibilitadas estructural y funcionalmente para actuar como una colectividad de plantas. En vez de colaboraciones, en el monocultivo se establecen competencia por luz solar, por agua, por nutrientes, etc., elementos que son fundamentales para la producción de alimentos y de la reproducción de la vida.

Palabras agudas

En el video que a continuación se presenta, cuatro académicos del Centro de Agroecología-ICUAP, mi lugar de trabajo, me acusan de hostigamiento. Lo cierto es que el acosado laboralmente soy yo, ya que me encuentro rescindido de la BUAP desde hace casi dos años. La hostilidad en mi contra inició a finales de 2012 y principios de 2013 porque me negué a colaborar como peón en las huertas de aguacate propiedad de Alfonso Esparza Ortiz, entonces Secretario General de la universidad y hoy rector.

Los contribuyentes nos pagan para formar recursos humanos y generar conocimientos que nos vinculen con algún sector productivo para que, juntos, se propongan alternativas a los grandes problemas nacionales que tiene nuestra patria.

Puedes leer la entrega anterior en la siguiente liga: https://www.angulo7.com.mx/2021/02/03/raices-epistemicas-de-la-revolucion-verde/

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Miguel Ángel Damián Huato es profesor-investigador del Centro de Agroecología del Instituto de Ciencias de la BUAP. Fue Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2011 y es miembro del Sistema Nacional...