A un mes de la explosión en un ducto de Pemex por una toma clandestina en Tlahuelilpan, Hidalgo, familiares de las 130 personas muertas llevaron flores y clavaron cruces en la zanja, donde también colocaron ropas y cenizas de sus deudos.
En un acto cargado de simbolismo, los habitantes de la pequeña localidad de San Primitivo empezaron a cerrar la zanja, a manera de inhumación, aunque sostuvieron que no pararán de insistir en que las autoridades les entreguen los restos de quien aún permanecen desaparecidos.
“Se vino por curiosidad y aquí terminó su vida. Nosotros no vamos a descansar hasta enterrar a todos y si desgraciadamente no salen entre los cuerpos que tienen las autoridades, él ya se quedó aquí”, comentó a El Universal Amalia Bautista sobre la muerte de su hijo de apenas 13 años.
En la madruga de este lunes, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó el fallecimiento del herido 131, quien estaba internado en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE), Dr. Victorio de la Fuente Narváez, en Magdalena de las Salinas en la Ciudad de México.
Alrededor de las 20 horas del 18 de enero pasado, se reportó que al menos 20 personas habían muerto calcinadas por la explosión de gasolina que brotaba del ducto, a donde decenas de civiles acudieron, durante dos horas, para robar el combustible en bidones.
Editado por Luis Alberto Palacios
