Es un hecho que sin el presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena se desvanece en Puebla, pues –a excepción del gobernador electo Miguel Barbosa Huerta que empieza a construir su liderazgo dentro de este partido y con el tiempo se verá si lo logra– a la mayoría de militantes con algún puesto público o político en el estado les falta estrategia, liderazgo e inclusión.
El problema es que 2021 y 2024 pasa por su fortalecimiento como una institución incluyente y con un trabajo político de tierra y sostenido.
A nivel nacional, Morena debe formar sus cuadros, pues tiene muy pocos con fuerte presencia. En Puebla, prácticamente no tiene a nadie, por lo que la formación de cuadros es más que urgente.
El nuevo dirigente de Morena en Puebla –que se elegirá en unos dos o tres meses– debe ser un político con altura de miras, incluyente y con estrategia.
La política ya no puede ser de amiguismos, sino de suma de ideas y proyectos. ¿Quién podrá dar el ancho para este puesto?
El problema es que si no se logra que Morena sea incluyente y tenga liderazgo, además del buen trabajo de los gobiernos emanados del mismo partido, se corre el riesgo de perder las elecciones de 2021 y 2024.
Morena debe demostrar que es y será un partido diferente al PRI y al PAN.