La crisis política que tumbó al presidente español Mariano Rajoy y encumbró al dirigente socialista Pedro Sánchez dejó muchas lecciones que debieran ser aprendidas en otras latitudes.
Si bien el origen del proceso constitucional de destitución fue la corrupción de figuras del Partido Popular que afectaron al propio presidente Rajoy y al partido, a lo largo del camino la responsabilidad en grado de culpa fue de Rajoy.
El presidente del gobierno y dirigente máximo del PP le apostó a las contradicciones y fragmentaciones de la oposición, supuso que el radicalismo independentista nunca iba a entenderse con el populismo del PSOE y Podemos concluyó que la sociedad iba a preferir a los populares que a los socialistas aliados a los catalanes y vascos independentista.
El juego de poder de Rajoy creyó que los españoles iban a repudiar al populismo. En las elecciones del 2015 hubo un dato que dibujó las opciones electorales: los españoles votaron –aunque sin darle mayoría absoluta- por el PP “tapándose las narices” para no respirar el hedor de su corrupción.
La corrupción era, según la lógica Rajoy, mejor que el populismo. Dos datos rompieron los viejos equilibrios españoles: la irrupción de Podemos como consecuencia de la protesta juvenil del 15 de mayo del 2011 –los Indignados del 15-M– y la reactivación del independentismo republicano catalán y vasco en 2012. Rajoy se presentó con la única opción a esos dos movimientos rupturistas y su catalizador para seguir ganando elecciones pese a casos escandalosos de corrupción.
Rajoy y el PP estiraron la liga en las elecciones del 2015 que no juntó mayoría absoluta para gobernar y en 2016 tampoco logró los votos; para evitar unas terceras elecciones similares, Rajoy logró la mayoría relativa con la abstención del PSOE. Pasara lo que pasara, razonó Rajoy, el PP era el mal menor. Y no hizo algo para corregir la corrupción, confiado en que las elecciones generales del 2020 serían iguales.
El escenario del juego de poder cambió con la sentencia contra importantes dirigentes del PP y contra el propio PP por el Caso Gürtel de existencia de una contabilidad secreta con dinero sucio para financiar al partido. Los jueces involucraron al partido en esa corrupción y dieron por cierta la existencia de un tal M. Rajoy como receptor de ese dinero ilegal.
El PSOE apostó su resto; sin tener alianzas sólidas promovió una moción de censura. Rajoy se confió que no juntaría la mayoría absoluta porque el PSOE, Podemos y los independentistas nunca se pondrían de acuerdo… y perdió: los populistas y los independentistas tumbaron a Rajoy y con ello fijaron el principio del fin del régimen monárquico borbonista.
El periodista Pedro J. Ramírez elevó a categoría politológica a Rajoy como el Tancredo: un personaje del toreo que se pintaba de blanco, se colocaba sobre un pequeño pedestal en el centro del ruedo y el toro furioso no lo tomaba en cuenta porque lo confundía con una estatua. Los Tancredo son los que se disfrazan para ocultarse.
Moraleja: el fantasma del populismo no asusta cuando las fuerzas institucionales se corrompen hasta el insulto.
Política para dummies: La política siempre, como la liga, se rompe por lo más delgado.
Si yo fuera Maquiavelo: “La principal causa de la decadencia del imperio romano estribó en empezar a tomar a sueldo a los godos, pues desde entonces las fuerzas del imperio fueron debilitándose y toda la virtud que ellas perdían la adquirían los otros”.
Sólo para sus ojos:
· Recuerde revisar todos los días el sitio www.seguridadydefensa.mx para enterarse de los juegos geopolíticos de poder.
· Para votar con conciencia lea el libro La silla endiablada, de Carlos Ramírez, en el que se muestra el escenario completo de la elección. Adquiérala en tiendas Sanborns de todo el país.
· A propósito del desmoronamiento de la monarquía española: por primera vez el presidente del gobierno jura su cargo sin una biblia ni un crucifijo en la mesa frente al rey, y eso que los reyes de España siguen siendo “los reyes católicos”.
· Mal comenzó su carrera la selección mexicana de futbol: primero en Los Pinos con el presidente Peña y luego con el ridículo de mediocridad en el Azteca el sábado ante un equipo de quinta. En ambas situaciones la selección fue abucheada. Eso sí, seguirá como negocio de dueños de equipos y televisoras que comercializan juegos.
· Famosas últimas palabras: “¿La estafa maestra? ¡Una infamia maestra!”: Rosario Robles, señalada de haber diseñado la estafa maestra para desviar miles de millones de pesos.
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