Me comentas, Gracia, que calificarías al trayecto de regreso a la Ciudad de México con el adjetivo de maravilloso, si no fuera por el tiempo perdido en las casetas de peaje de Capufe y por el caos vehicular que enfrentaste al regresar a casa, en una de las urbes más grandes del mundo. Comparto tu opinión negativa. A pesar de la inversiones multimillonarias que la administración de Peña realizara en ese rubro, no mejora la calidad con la que atienden a quienes tienen que hacer uso de las garitas de pago y de las carreteras de cuota. Del calificativo no se salvan, ni siquiera, las carreteras concesionadas a sus socios españoles y operadas de manera privada.

Te sorprende que el ex “niño maravilla” se meta al partido y que ahora critique una reforma que él avaló. Cierto que son agrestes sus declaraciones y que coincide con algunas de las posturas críticas esgrimidas por AMLO y por Mead, en contra de la reforma educativa. La califica como un “desastre […] absolutamente equivocada”, por gastar más de tres veces en la evaluación docente que lo que se destinó a la formación continua de maestras y maestros. Anaya también se pronuncia en contra de la evaluación punitiva y señala que de ser ungido, corregirá la plana y hará mejor la tarea.

En contrasentido, Gracia, y cuando parecía que la ley vetaría el uso y abuso de la reforma educativa utilizada como “la propaganda electoral” con la que Otto, buscaría incidir en la definición del voto que habrán de sufragar los electores, orientando por la continuidad de las políticas públicas y a favor de Mead; Peña Nieto -el jefe de ambos- sale al quite y “demanda” que la reforma educativa se preserve. Orgulloso, Peña, por un programa que margina a quienes tendrán la obligación de aplicarlo en las aulas, “anuncia” que en agosto se iniciará -aunque olvida señalar que será gradualmente- el “punto culminante de la reforma educativa”. No obstante y a pesar de que se declare al margen de lo que la “gente valore”, apuntala con sus declaraciones a las reformas estructurales.

Como señalas, Gracia, entre los juicios con los que “la gente valora” pero que los gobernantes no escuchan, destacan las condenas a la reforma educativa que muchas maestras y maestros externan y que numerosos más, comparten, pero guardan en su fuero interno por temor a las represalias de la autoridades educativas y que tú atestiguas en tu centro de trabajo. Sucede lo mismo en muchas escuelas. Valoraciones adversas “de la gente” que son retomadas por 3 de 4 de los precandidatos a la presidencia de la República y al Congreso de la Unión, por diputados locales y federales y aspirantes a serlo, por senadores, investigadores del quehacer educativo, madres y padres de familia.

Gracia, las críticas a la operación de la administración que concluye, no sólo parte de los opositores a la reforma. Quienes constituyen un poder autónomo -pero al fin y al cabo subordinado- presentan “a pesar de su condición” ante el Senado y la Cámara de Diputados el documento: La educación obligatoria en México. Informe 2018. Señalan, entre otras cuestiones, la persistencia de inequidades (50 por ciento de las escuelas de educación básica son de organización multigrado, la mayoría ubicadas en zonas indígenas y de alta marginación); la carencia de infraestructura física (3 de cada 10 escuelas de EB y 1 de cada 2 EM no cuentan con espacios básicos, incluidos sanitarios, rampas y agarraderas para discapacitados y de materiales educativos); la inexistencia de servicios de cómputo y conectividad (en 2 de cada 3 escuelas de EO faltan computadoras e Internet); el incumplimiento de metas (sólo 217 000 docentes obligados de 1 500 000 sustentaron el examen de permanencia); la subcontratación de docentes (7 de cada 10 docentes que laboran en ES y EMS están contratados por hora clase y asisten a varias escuelas); la insuficiencia de recursos presupuestales (el gasto educativo federalizado se reduce al 2.7 % del PIB) y otras cuestiones más, entre las que destacan deficiencias en el aprendizaje de alumnos y alumnas (1/3 parte tiene dificultades para comprender textos argumentativos y 2/3 no domina las habilidades básicas de álgebra).

Empero, Gracia, y al margen de la perorata que Otto vertiera recientemente y de la exposición de “sus razones para votar por Mead” y de la exaltación por su persona, la oficina encargada de los asuntos educativos ha “presumido” permanentemente logros que quiere imbuir en el electorado, al margen de lo realmente realizado. Las notas que me envías, Gracia, permiten que la “gente valore” y cuestione los apoyos discrecionales que la administración del despacho educativo, eroga a favor tanto de consorcios mediáticos como de analistas especializados y expertos en el manejo de redes. Venden ilusiones y esperanzas a través de los grandes oligopolios mediáticos, bajo diferentes formatos. Lo mismo lanzan garlitos para enganchar a madres y padres de familia para que, en pro de la autonomía de gestión, incrementen sus “aportaciones voluntarias” con las que se solvente el gasto corriente de la mayoría de escuelas; al mismo tiempo que buscan justificar las campañas lanzadas para satanizar al magisterio nacional, mediante artilugios que se basan en la defensa del derecho a una educación de calidad que merecen las niñas, niños y adolescentes, y olvidan que un sin número de planteles -la mayoría-, carecen de lo indispensable para operar con la normalidad mínima escolar. Gastan cantidades millonarias en articulistas de renombre quienes de manera recurrente, condenan a quienes disienten del camino adoptado oficialmente.

Cierto, Gracia, es tiempo de que la “gente valore” -incluidas maestras y maestros- y decida por la opción que más le convenza.

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